miércoles, 23 de enero de 2008

X mil palabras


Las copas de vino en la madrugada suelen ser mas amenas que a otras horas. A la madrugada uno se sienta a escribir y pasar revista de lo vivido durante el día… como si ese momento estuviera fuera de la vida...
Las tardes, por ejemplo, no son tanto para el vino. Son mejores para acaparar anécdotas dignas de ser llevadas al papel cuando llegan las madrugadas en las que no se puede dormir. Lo cierto es que si no se observa con detenimiento el comportamiento de la gente (incluso el de uno mismo, claro) puede que uno no tenga nada que relatar. Por eso es bueno llevar la cámara a tantos lugares como uno vaya. La fotografía es un vicio maravilloso. Permite dejar un segundo grabado. Una milésima de segundo. No es la vida, pero retrata una milésima de vida. Ese instante vivirá. Aunque sea un instante más. Las fotos son ventanas al pasado. Pequeñas y maravillosas ventanas a lo que no es ni será nunca mas.
Claro que hay fotos que necesitan su explicación. Que no pueden develar la anécdota, la significancia que poseen.
Hay otras fotos que por si solas hablan, cuentan algo de algún tiempo que paso entre alguna gente y es ahí donde es mejor callar. La obra está terminada por si sola, no le hace falta aclaración al pie. Para que devanarse en metáforas de belleza o alegría cuando se puede ver a las claras. Para que recuperar un atardecer que no cabria en un libro.

No es tan importante si la gente imagina lo que realmente pasó o cualquier otra cosa…

Lo importante es que la gente imagine.

Muelle, verano, costa de río…si te contara la cantidad de cosas que pasaban entonces…
Foto: L. CATA

2 comentarios:

Lina Jacovkis dijo...

pero no es lo mismo, nunca es lo mismo.

María dijo...

Sos tan Pedro que me impresiona.