lunes, 29 de noviembre de 2010

TESTIMONIOS





Gumercinda Harris, era una tranquila vecina del barrio La pequeña Habana, en Miami. Sus sopas de pescado eran famosas en el vecindario y su amabilidad era proverbial. Solía organizar, los viernes a la noche, grandes agasajos a donde invitaba a sus amigos a comer sus pescados y sus guisantes. Aquel viernes, todos los invitados comieron como buitres, el 1º plato, el 2º, la repetición del 2º, el postre y la bebida a granel. Gumercinda, claro, no podía intimidar a sus invitados, así que para dar el buen ejemplo, comió como un maldito condenado a la silla eléctrica.
A la mañana siguiente, Gumercinda salió, como cada mañana, a comprar las verduras para hacer una rica sopa. Cuando de repente….sintió un retortijón.
Un revuelo de sonidos cósmicos surcaron su organismo. Un extraño infrasonido interno se apodero de ella y empezó a dar vueltas por su cuerpo. Sintiose posesa por los espíritus en pena de los porotos en escabeche y comenzó a mover con prisa su enorme y pesada humanidad. Al llegar a la esquina se veía pálida, sudaba frío, respiraba con dificultad. Tomo su abultado abdomen con una mano y cerró las rodillas. Un policía le preguntó que le pasaba pero lo apartó de una trompada en la mandíbula y se metió en una tienda. El oficial la vio fuera de sus cabales y creyó que iba a asaltar el comercio. Entro a los gritos con el arma en alto y pidió refuerzos. Al verlo, el dueño del local sacó su itaca de abajo del mostrador y entro a darle masita a las góndolas desparramando a perdigonazos al flaco vestido del tigre tony del puestito de cereales. El policía sintió balazos y empezó a escupirle plomo a las latas de leche condensada, a la góndola de los pañales y los repositores. La gorda patinó con la panza por el pasillo y se estroló contra la heladera de los yogures al grito de “ Pará Rolo, soy la Gumercinda, y tengo gases!”
Al dueño del local se le transformó el rostro. Como en cámara lenta saltó gritando desde atrás del mostrador y trató de huir de la zona de peligro. El oficial de policía se quedó inmóvil viendo a la mujer incorporarse y los empleados huyeron gritando y pisoteando… al pobre tigre tony.
Fue en ese momento. Justo ahí. En ese instante, que la Gumercinda…se desgració.
La onda expansiva destrozó los frascos de mayonesa, las botellas de ketchup y desparramo al recién levantado tigre tony. Los empleados volaron por las ventanas y el sonido vibratorio desvencijó las vigas del edificio. En ese momento llegaban los refuerzos pedidos por el oficial. Los vehículos frenaron en la entrada y la onda expansiva del gas butano comenzó a explosionar patrulleros en una reacción en cadena digna de hollywood.
La gorda levitó un instante sobre su propio geiser gasifero y cayó al piso sobre el mismo boquete que quedó abierto bajo ella.
Acto seguido intentó levantar su pesado cuerpo. Como buena gorda, se puso primero en 4 patas y luego empezó a subir las piernas pegando el empujón hacia arriba y apuntando el tujes a los cielos. Ahí llegó la segunda andanada.
Con el empujón de su turbina biológica atravesó la cabeza por el vidrio de la heladera de yogures y empujó las góndolas que le quedaron detrás, metro y medio para adelante.
Raudo pasó el tigre tony haciendo patito por el corredor de las conservas, victima del terrorismo culinario de la obesa clienta.
Los bomberos, ya en el lugar, volaron fuera de la marcada zona de desastre y registraron un increíble 4.5 en la escala de Richter, antes que se les vuelque el camión.
El desastre empezó a ser transmitido por cadena nacional y la noticia preocupo a los funcionarios del gobierno que enviaron ayuda a las victimas del horror.
Fue en medio del fragor de los atendidos, en medio de gente desvariando por la calle, en medio del caos de la ciudad, los coches explotados, los médicos corriendo, los bomberos conteniendo a los dolientes…fue en ese momento que llegó el apoteótico suceso.
La gorda sacó la cabeza de adentro de la heladera y embadurnada en yogurt trató de recuperar el aliento. Ya de pie intentó dar unos pasos pero el aroma la mareó…trató de respirar pero sintió un algarrobo clavado en el pecho. Golpeó con puño cerrado su enorme humanidad y al cabo de un segundo se oyó de su boca un rugido ensordecedor, un grito de ultratumba que liberó las almas de miles de legumbres, un mismísimo acorde del infierno.
Despedido en el rugido…voló el tigre tony hacia el infinito. Su vuelo final.
Ahí mismo se cortó la luz en todo Miami.
2 segundos de quietud, talvez tres y otro retortijón que trajo la ventolera trágica.
Un apoteótico deslumbre de colores psicodélicos surcaron el aire de la florida, como una aurora boreal gasifera y pestilente. La gorda grito desde lo mas profundo de su ser el tremendo dolor de la eyección final, la gorda grito y sacó lo mas hediondo de la vida misma, la gorda grito y su grito se oyó en orlando y en cuba y en los corazones y las narices de miles de inocentes, la gorda se despachó con un torrente de veneno invisible en lo que fue su inescrupuloso y hediondo réquiem final.

Nunca encontraron su cuerpo…se volatilizó…se fue en gases…quien sabe…
Solo quedó de ella un agujero en la heladera de yogures, un vestido como una carpa canadiense y un bombachón del tamaño de un chaleco con una paloma que más bien…parecía un chajá.
Gumercinda Harris, un terrible personaje mas de…TESTIMONIOS.

miércoles, 29 de septiembre de 2010



Se amontonan las imágenes de tus ojos
En la vidriera de mi mente
Se viene el aire y se va
Como jugando con el frio, mezclándose en el viento
Yo estoy solo en casa y te miro pasar del baño a la cocina
Te miro deslizarte debajo del acolchado de la cama
Te canto canciones que se ocultan adentro mío
Mañana seremos fiesta y hoy funerales
Por las tardes gloria, por la mañana, abandonos
No hay manera de salir fácilmente de la montaña rusa
de tus tiempos, de mis obsesiones,
de nuestras mismas batallas de siempre.
Hay que ser tan valiente, tan inteligente
Tan determinado y amoroso
Como lo somos los dos, todos los días
Quiero brindar por tu pelo, por tu risa, por las sencilleces de lo cotidiano
Por las amenazas de la convivencia, las trincheras,
las almohadas, las canciones viejas que nos hacen bailar en el living.
No había amor en este baldío seco y hoy florecen los brotes que cuidaste,
que supiste arropar en tu pecho, en tus pupilas, en tu misterio
Chinita de ojos color té
Ves pasar por las calles del pueblo
Perros apurados que van a tomar el té con Alicia
Pescados naranjas y blancos que te saludan desde los carteles
Y yo, pobre incrédulo infeliz, hombre de poca fe,
Más príncipe gris que nunca antes
Te veo caminar
Princesa de marfil que salió impecable
Del más hediondo barro de la ausencia
Del más horrible lugar del desamparo
Y mostrando hasta la última cicatriz
Se instaló para siempre en mis pupilas
Se volvió hierba y enredaderas
Hiedras y Mandrágoras
Selva dentro suyo y dentro mío
Reverdecer de vida.
Y yo la veo caminar y ella me puede
Y me digo a mi mismo agradecido,
Titular por fin, dentro del campo de juego
Campeón de todas las justas
Feliz por los motivos mas sencillos y menos evidentes
Chinita de ojos color té
Dueña del andar de mis zapatos
De la tinta de mi pluma
Del decir de mis palabras
Ya no podrá haber motivos mayores que el amor
Ahora que el amor se ha vuelto traje

Se ha pegado a nuestra piel,

Y ya es nosotros.

martes, 17 de agosto de 2010



Fuimos a un Paty al paso que había en ruta 40 y comimos algo. Después nos tomamos unas cervezas. Ella jodia con el destino que le tocó y se quejaba en joda de tener ese trabajo de mierda. Era en joda, claro. Pero todo era medio en joda y medio en serio. A veces le daba por quedarse callada por un rato largo y no decir nada de nada. No se por que le pasaba eso. A mi me parecía que cargaba una mochila difícil desde piba. Algunos decían que el padre la maltrataba, y algo mas también. Otros decían que no tuvo familia, que se crió en la calle y después en correccionales hasta que tuvo 18 y la largaron. Otros dicen que en un convento. Algunos aseguraban que el padre estaba forrado en guita y que ella hacía eso por ponerse en rebelde con el viejo. Fumaba mucho. Yo le decía, no fumes tanto y ella se me cagaba de risa, me decía como dice Larralde, “Yo se bien lo que hace daño”. Se reía de esos que dicen que el cigarro te mata. No le importaba lo que mata o no. Yo creo que no le importaba morir.
Esperamos el 86 como una hora al borde de la ruta. Llegó vacío pero a los pedos, como para no parar. Creo que el chofer paró porque le vio el culo. A la noche paraba los bondis medio de espalda. Sino en la 40 no frenan.
Subimos, le sonrió al chofer, puso la moneda, nos sentamos al fondo. Me dijo que se podía poner pesado al otro día, que me estuviera tranquilo y que si veía que se pudría todo corriera, que no me quedara porque la poli se la tenía jurada. Que ella volteó un rati en una salidera en Mataderos y que de ahí en adelante tuvo que cargarse otros, porque la buscaban a ella por bronca, por ajuste de cuentas. Sabía que si se jodía la cosa ella en cana no caía. Porque no la iban a dejar y porque ni en pedo se dejaba llevar por esos tipos.
Cuando llegamos ya estaba amaneciendo. Entró en la piecita y revisó un fusil de arriba de la mesa. Nunca en mi vida había visto tantas armas juntas y menos en una pieza mugrienta como esa. Se desprendió el jean y se dio vuelta. Me miró. “Si la vamos a hacer gringo, hagámosla completa” me dijo. Me beso y me mordió el labio. Metió la mano en mi pantalón. “Cogeme gringo”, me dijo. “Mira si no podemos nunca mas”. Y me cogió ella a mí por toda la casa.
Después se vistió y yo también. Puse la pava y tomamos unos mates. Nos cagamos de risa y charlamos de un montón de cosas. Ella daba vueltas media desnuda, miraba por la ventana, contaba cosas. Como una hora charlando de todo después de curtir. Estuvo bueno. La verdad que estuvo bueno. Después miró el reloj y se puso seria. Dijo, ya llegan los pibes y se fue a preparar las cosas. Yo me puse a revisar mi parte y a acomodar las municiones.
Al toque llegaron los dos pibes, el gordo y el viejo. Uno de los pibes era un tarado, un getón. El otro era capaz de ponerte un tiro en la frente por un mate frío; pero el gordo y el viejo no, ellos sabían del asunto. Venían laburando de esto hacia rato y como la tenían clara nadie les discutía nada. La única era ella, ella le ponía los puntos al gordo y discutía las cosas con el viejo, el tipo la escuchaba eh? Y al lado de él ella era una piba. Pero el tipo la respetaba.
Yo prendí el coche y los esperé. Subieron con los bolsos sin decir nada. Salí despacio, y sin hacer mucho quibombo. Respetando todos los semáforos, como a 40 por hora, por el medio, tirando a la izquierda, para no ir muy rápido y no meterme a la derecha en el carril de los colectivos. Los pibes se pusieron ansiosos, empezaron a decirme que acelere, que se pudría todo, que qué me pasaba, que estaba cagado y no se que mas. El viejo los cayó la boca, me miró, hizo que si con la cabeza. Yo me quedé manso. Me di cuenta que estaba haciendo las cosas bien. Una cuadra antes de llegar aceleré bastante y los pibes empezaron a los gritos como si jugaran a los indios contra los soldados, un despelote de puteadas arriba del auto, cuando de pronto freno y se empiezan a bajar con las armas. Entran al banco con el quibombo de los gritos, disparos al aire puteadas y dame la llave y te rompo todo y callate hija de puta y dame la guita de las cajas y yo en el auto esperando y contando el tiempo y dale que no llegamos y callate que estamos bien y abrí la bóveda o te limpio y metele forro o limpiamos a todos. Y los pibes que se pelean y se van de mambo y discuten y una cajera que llora y pum.
Tiro a la cajera. En la cabeza.
Silencio.
Un silencio enorme. Un segundo de no entender absolutamente nada. Un segundo en el que todo lo que armaste, planeaste, acaba de cambiar completamente, de golpe y en el peor momento.
El viejo no lo podía creer. Quedó estupido un segundo y reaccionó para seguir. No podes entrar a un banco con tanta merca adentro. No podés. Tenés que ser muy tarado.
Y en medio de todo el despelote de los estupidos estos, empiezo a ver sirenas por los cuatro costados que me rodean desde las esquinas de la manzana. Unos desde atrás. Otros desde adelante, en contramano. Camionetas, patrulleros y tipos que venían a pie. Toda la infantería de la federal y yo en el Escort con un 38 en la guantera. Tuve que entrar al banco, no podía acelerar, no había donde, si me quedaba ahí iba a morir seguro. Me metí en la boca de lobo que era ese banco porque fue el único lugar hacia donde podía correr.
LA CANA!!! VINIERON TODOS!!! Grité cuando entraba y un segundo después cayeron los gases. Después no se vio mas nada por un rato. Yo caí en la alfombra del banco y entré a descargar la 38 sobre la nube de humo y a arrastrarme hasta el mostrador para cubrirme atrás de algo. Cuando llegué me encontré con el bolso de las armas en el piso y los tres sacando cargadores y dando masa a todo lo que se moviera. Nunca vi una cosa así. Pensé que pasaba en las películas nomás. Así que como estaba ahí y la cana me estaba tirando con todo y si no me movía me iban a matar, agarré una PAM 2 y empecé a escupir con repetición a cualquier cosa que caminara. Los dos pibes estaban en las cajas y fueron lo primero que bajó la cana, casi de casualidad.
No había un orden en ellos. No había un plan para salvar a los civiles, no tenían un operativo formal. Entraron a sangre y fuego. No les importó nada. Ella me decía, me la tienen jurada. Yo creía que exageraba. Me miró en medio de los tiros y se rió. Se cagó de risa.
Viste que es algo personal? Me quieren muerta, me dijo y escupió otro cargador.
Apilamos escritorios, Echamos a la gente hasta la bóveda para que no jodan y nos jugamos la ultima buscando una salida por atrás. Llegué hasta el fondo y encontré una puerta que daba a un patio lleno de sillas rotas, monitores viejos y esas cosas. No era ideal pero se podía llegar a un techo y de ahí a otros para salir.
Volví a avisar y cuando pego el grito de salida la veo caer. El gordo que la cubre, se para enfrente y seis o siete tiros le pegan en el pecho. El viejo se arrastra y se cubre, yo trato de llegar a ella y la veo moverse. Se da vuelta en el piso y me mira. Ya estoy, loco, me dice. Ya estoy, no llego. Yo que la quiero llevar. Ella que grita de dolor. Ya está me dice, ya está. Rajá, loco, desaparecé. El viejo que se ata la camisa a la pata y me dice que me vaya, que todavía puedo, que no hay otra, que esto es así, que lo aprenda, que las cosas son duras pero son así y yo que la miro y ella que no llora pero se le caen las lagrimas por el gas o por el dolor o porque se muere o porque me dice que ya fue. Que para ella ya fue.
Y se para con el fusil y una 45 y el viejo que la sigue con una itaca y yo que salgo corriendo y ellos que se llevan 10, 20, 500 tipos y 1000 también, con unos huevos de los que no quedan mas y esos tipos que los hacen mierda a balazos, que los destrozan, que los revientan como te revienta la federal cuando te tira con todo lo que tiene. Que los insultan, que los caga a tiros y ellos que no se terminan de caer, que les tienen que tirar mil balazos para bajarlos. Y yo que me voy. Subo a un techo y bajo por una terraza del otro lado de la manzana, entro a un departamento, una piba que grita, la miro y se calla. Un tipo que sale del baño. Le saco ropa y toda la guita, me cambio, me lavo la cara y me peino. Bajo por el ascensor con una llave en la mano, con cara de nada y en la esquina me tomo un taxi hasta caballito. Ahí me bajo y tomo el tren a Merlo. El tren de vuelta cuando todos llegan. Ya tuve bastante yo por este día. No había nadie en Merlo. No pasaba nada. El silencio era tan silencio que daba miedo. Era insoportable el silencio.
Parecía otro planeta Merlo.

jueves, 15 de abril de 2010



Tengo una madre que escribe historias de las asistentes a un curso de yoga
Un padre que me manda mensajes sobre la cuadratura del circulo
Un abuelo que ahora, tiene un ojo negro de un golpe
Un par de socios de la Armada Brancaleone
Un hermano que descubrió el rock
Y otro que toca jazz, bossa y folclore
Por suerte, también unos cuantos amigos remadores
Una novia que busca su camino
Mientras yo busco el mío
Y en el medio buscamos uno juntos
Tengo una pareja de vecinos que tienen un bebé que llora
Una peluquería al lado, que siempre está en refacción
Un kiosco a la vuelta que está abierto toda la noche y siempre atiende alguien distinto
Un mendigo que vive en la vereda de mi cuadra
Una panadería que me fía
Un blog donde escribo
Algunos alumnos y mil obras de teatro
Un cansancio que a veces me pesa
Y ningún día de descanso
Tengo edad para ser llamado “señor”
Pero también para que algunos me digan que todavía soy un pibe.
Tengo una bicicleta en la casa de mis padres
Un trabajo que me gusta
Un par de discos que escucho siempre
Un par de libros que siempre releo
Un par de películas que vuelvo a ver

Y eso por nombrar algo
Hay etcétera

Y etcétera

Y etcétera


Haga la prueba en su casa después de leer esto
Usted que cree que no le pasa nada
Enumere que cosas son las que forman lo que usted llama “su vida”

Y va a ver...


Alto elenco el de la vida de uno, no?

miércoles, 31 de marzo de 2010

TESTIMONIOS VII





Gunter Vorlallenen era un humilde campesino alemán del poblado de Desastrosen. Un día común y corriente, su mujer preparó la comida y llamolo al banquete nocturno de cada fin de jornada. Gunter manduco sus salchichas con chucrut con voracidad hasta el ante ultimo bocado. Ahí se atoró.
Fue tal el espamento de ese pobre tipo que su mujer creyó que hablaba en lenguas. El pobre Gunter saltaba por la cocina, se daba con una sartén en la garganta y tomaba carrera para estrellarse con el pecho contra la pared. Nada era suficiente para bajar el tremendo pedazo de salchicha con chucrut que tenía en la garganta. Gunter era corpulento, pero al cabo de unos 10 minutos sin respirar perdió el conocimiento.
Fue allí que experimento un increíble viaje astral.
Salió de su obeso cuerpo y comenzó a flotar por la habitación. Vio a su mujer golpeándole el estomago con una garrafa a su hijo metiéndole un tenedor en la boca y a su hija gritando ¡soy lesbiana papá! ¡soy lesbiana!
Gunter se sintió liviano como una pluma y comenzó a flotar por la casa. Allí vió su trofeo de tiro al turista, a Víctor Sueiro apagando la luz del baño y una foto de perón que nadie sabe por que carajo estaba ahí. Luego salió por los campos y encontró entonces a los duendes del repollo, que lo llevaron por los bosques y le dieron de fumar un cacho de pasto seco que lo dejó de cama. Vivió las antiguas costumbres de las hadas, que cantan cada noche el himno de los champiñones y se clavan un hongo.
Luego descubrió que su espíritu podía recorrer el mundo en un segundo astral. Así es que visitó las casas de la tundra rusa, donde hace un tornillo que ni te cuento. Las planicies árabes donde los beduinos se sacan los mocos y el fondo del mar, donde viven las sirenas, que cazan subcomisarios de la federal para ser sirenas de policía.
De repente sintió que algo lo chupaba. Algo lo llevaba de nuevo a su tierra. Una fuerza incontenible lo imantaba a su cuerpo. Al llegar a su casa vió a la gorda dándole un ultimo garrafazo que hizo saltar el pedazo de salchicha por el aire. En ese momento volvió a su cuerpo.
Sus hijos lo ayudaron a incorporarse y lo sentaron en su silla de la cocina. Entonces vió todo con claridad. Miró a su hijo, con sus 35 años y sin haber trabajado nunca en la vida, su hija, que vive en la casa de él con su marido, sus 2 cuñados y sus 8 hijos. Su mujer que hace tortas para la sociedad de fomento de la anguila voladora pero es incapaz de hacer de comer otra cosa que no sea salchichas con chucrut y que cada mañana lo despierta con esa voz que tiene, de teletubbie con convulsiones.
El hermano de su madre, que quiere hacer plata haciendo estatuas con pelo de chancho y su sobrino, que no se baña desde que terminó el comunismo.
Sin decir una sola palabra se fue a su habitación, cargo la Winchester y salió de ahí a corchazo limpio contra toda la parentela que se le cruzara. Le descolocó la mandíbula al tio, le bajó la dentadura al abuelo, le puso dos garrafazos en la cabeza a su mujer y le acomodo las ideas al hijo a patadas en el tujes. Agarró de los pelos a cada uno de la parentela y los arrastró hasta el portal, los acomodó a trompadas uno por uno y al final, entró a la cocina y le sacudió unos 14 tiros a la garrafa hasta que le dio en el medio y reventó la casa como un pochoclo.
Una vez que todo estaba liberado de incómodos parientes, Gunter buscó entre los escombros una buena lata de cerveza y se sentó en su mecedora a contemplar su nueva vida.
Luego llamó a los duendes y las hadas y ahora vive en una fiesta loca y vende artesanías en la feria de su pueblo, en la destrosenfest, donde es miembro honorario. Se afilio al coro Kennedy y los miércoles hace ikebanas que manda por correo a los niños de Parque Chas.

Claro que su paz interior tuvo un costo.
Luego de aquel violento hecho Gunter pasó a ser el malo de la familia. Pero eso, a el, ahora le chupa tres velines.
Gunter Vorlallenen, un liberado personaje mas de…TESTIMONIOS.

martes, 23 de marzo de 2010

Mensaje de Richard


Ese que está al lado mio, es Richard, amigo, actor y director de teatro y compañero de laburo hace unos 10 años.
Todo el tiempo recibe promociones de mensajes de texto gratis. me manda mensajes. Muchos mensajes. Y el 90% de los mensajes son cualquiera.
Ahi van algunos. Con el pasar de los dias seguiré subiendo mas.

"Me desvelé y pasé por el canal VOLVER. Estaban dando las mil y una de Sapag. La verdad es que era una patada con carrera de puntin en el medio del escroto. "
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"Estoy en la playa. Hay unas pendejas atrás mío. Insoportables. Ah, llamó flor, les manda saludos. A las pendejas de atrás les metería los
Propaladores de cumbia por el orto. Herodes tenía razón."
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"La esposa de uno es como la tv de aire. Uno la ve porque no tiene cable."
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"...
A ese tipo le salve la vida, era un pibe con una violencia interna contra el mundo que reíte de un psicópata... Si no me encontraba a mi se hubiera convertido en un suicida serial."
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Ante la atonita mirada que me provocan frases tales como "Reite de un psicopata" o "Suicida serial" o "Propaladores de cumbia", debo avisarles amigos, que va a haber mas de Richard. Alguien mas debe conocer esto.Ta´loco richard. Se le traba un poco la cabeza pero sin dudas, va a haber mas de él, por supuesto.
Bienvenido Richard a Capitán de su Calle

jueves, 18 de marzo de 2010

Cria cuervos...



Lo mas caro del mercado es el ser humano. Siempre es mas caro un operario que una maquina, sale mas mantener un empleado que su fotocopiadora. Por un lado eso parece estar bien; bueno sería que pase al revez no? Que la maquina sea mas cara de sostener que el empleado... sería toda una ecuación que probar pero por el momento, la tracción a sangre sigue siendo la que mas se paga.
Por eso el sistema la minimiza, la lleva a su expresión mas pequeña para reducir los costos. Y es raro eso, porque esas personas que el sistema quiere emplear cada vez menos porque salen caras, son las mismas que consumen lo que el sistema produce. Es decir que el mismo paradigma en el que vivimos, le da trabajo a la gente porque la necesita para que compre; en cuanto la deja de necesitar ya no se ocupa de ella.
De verdad muy raro no? Un sistema basado en la producción y la ganancia, hecho por el hombre, se aleja lo mas posible del hombre, porque le sale caro.
Vivimos en un paradigma en el que nosotros mismos como seres humanos, caros, lentos, imprecisos, ya no servimos.
Sin embargo debemos competir por los lugares que queden dentro de ese sistema que excluye, para poder permanecer dentro de él. Muchas veces, la necesidad nos lleva a dedicar la mayoría del tiempo de nuestros días a tareas que detestamos, nos aburren o por lo menos, no son lo que esperábamos hacer de nuestra vida en una sociedad en la que todos estamos contra todos en esa escalada.. Por eso el sistema es perverso. Porque no queremos hacer lo que hacemos del modo que lo hacemos, pero menos queremos ser excluidos. Es decir, es perverso porque por momentos lo aborrecemos, pero lo necesitamos.
Lo que sería bueno que entendamos, de ser posible rápidamente, es que nosotros sin este sistema, seguimos siendo seres humanos y el sistema sin nosotros no existe, no es nada sin seres que lo lleven adelante. Estaría bien que podamos llevar a la practica esto de tomar de la maquinaria, lo que necesitemos nosotros de ella y no al revez, y que lo demás lo libremos lo mas afuera posible de esa rueda que a veces puede ser devastadora. Tratar de librarnos de la angustia puede ser un primer paso bastante interesante. Hay una frase que dice que no es muy sano estar completamente adaptado a una sociedad enferma. Si vivimos rodeados de perversión y nada nos hace ruido, entonces también somos perversos. De modo que si nos damos cuenta que hay cosas que sí nos hacen ruido, si queremos hacer algo distinto porque entendemos que sin joder a nadie se puede vivir de otra manera, hagámoslo. No le demos mas vueltas, hagámoslo.

Es muy probable que tan locos no estemos.