miércoles, 20 de enero de 2010

TESTIMONIOS VI





Mika Bartok era un exitoso empresario internacional ávido de buenos negocios y con visión empresarial de futuro. Había comenzado su carrera sin ningún crédito personal, ningún talento particular y ningún amigo concejal. Un día mientras caminaba por las heladas calles de Praga mascando un chicle que encontró tirado, pisó un pedazo de caramelo pegado al hielo de la vereda y se pegó la patinada de su vida. Desparramó los pieses hacia el frío cielo checo y cayó estruendoso en plena calle cual borceguí soviético.
En ese momento tuvo la revelación de su vida. La idea revolucionaria, el invento del siglo: El chupetín chicle.
Cual Tomas Edison y sus lamparitas, Bartok empezó con los experimentos en una afanosa carrera por el éxito. En su casa derritió azúcar sobre el chicle, envolvió caramelos en goma de mascar y agujereo dulces con un taladro y tras meses y meses de experimentos logró su cometido en cantidades suficientes para la venta.
Su producto se regó por toda Praga y viajó al exterior en un crecimiento sin precedentes. Sus ganancias aumentaban sin parar y todos los concejales querían ahora ser sus amigos.
Pero la fama se esfuma de un día para el otro y como llegó de rápido, rápido se fue. De pronto el mundo entero tenía las bolas llenas de chupetín chicle. Bartok se metió toda la producción en el depósito.
Agobiado por las deudas y peleado con los concejales Mika Bartok volvió a la miseria.
Intento el suicidio mordiendo chupetines y tragando el chicle, pero solo logro agarrarse una furibunda cagadera.
Harto del mundo, desilusionado de todo y perseguido por los concejales, se recluyo en las colinas de Moravia.
Allí conoció un viejo chaman que le contó sobre la vida y le enseño a meditar. Fue allí que aprendió sobre la paciencia teniendo una rama al sol hasta que se prendiera fuego. Aprendió de la perseverancia cuando tuvo que talar un árbol con los dientes. Supo de la humildad, cada vez que su maestro le puso un piedrazo en la cabeza y experimento la fuerza mental y física, aquella vez que cayó con las bolas sobre un hormiguero.
Un año después, su maestro lo reunió frente al fuego y le dio la ultima lección: “No confíes en los concejales”. Acto seguido, desapareció misteriosamente en la negrura del bosque.
Bartok regresó renovado a su querida Praga y puso manos a la obra para recuperar lo suyo. Regresó al deposito de chupetines y los empezó a repartir por entre los comercios de aquellos primeros kiosqueros amigos, que lo ayudaron en sus comienzos; que mas que vender los chupetines, los traficaban, porque de tan vencidos ya eran casi alucinógenos. Así pudo sumar algunos pesos y comenzar su industria otra vez, sabiendo que en la mezcla estaba el éxito.
Sagaz para la inventiva, siguió combinando productos. Fue así que inventó, el tocadiscos con radio, el alfajor de dos gustos, el fernet con coca, el desodorante de ambiente que desinfecta, el naranju congelado, el posapavas de bolillitas que sirve para masajearse la espalda, la gorra ventilador, el grabador con karaoke, el cabildo troquelado, los libritos infantiles con figuritas que se mueven, el casco de moto con antejos de sol, la lucha de mujeres en el barro, la navaja de 98 funciones, el termito que ceba mate solo, la pollera pantalón y el circo de Moscú.
Repleto de millones y habiendo condenado con sus influencias a 14 concejales. Mika Bartok se dedicó a descansar, compró una pequeña cabaña en las colinas de Moravia y se alejó de la vorágine empresarial. Solo volvió para dejarnos su ultimo invento, su mas grandiosa combinación: El chicle jirafa, que es una mezcla de chicle…con…este…con jirafa.
Ahora vive allí, en su cabaña. Muchos dicen que ya no inventa nada, pero hay quien afirma que sigue inventando cosas en secreto. Sus seguidores dicen tener pruebas de sus extrañas y geniales combinaciones. Por ejemplo, la gorra con latas de cerveza que trae mangueritas para tomar, el sacacorchos con abrelatas y la republica de Servia y montenegro, llevan claramente, su marca de combinación desquiciada. Una mente tan genial no se puede quedar quieta mucho tiempo. Quien dice que un día de estos, vuelva a bajar de la montaña y nos sorprenda una vez mas con una invención de esas que nos cambian la vida.
Mika Bartok, un imaginativo personaje mas de… TESTIMONIOS



Foto: Aqui se puede apreciar otro de los grandes inventos de Bartok, el famoso "Topolin", con su delicada combinacion de "chupetin asqueroso-juguete choto", fue la delicia de los niños hasta que llegó la Rodhesia.

jueves, 7 de enero de 2010

Yo soy del 9





Cuando alguien me pregunta de donde soy siempre digo “De 9 de julio, provincia de buenos aires, pero hace unos años que vivo en capital”
“Unos años” suena a tres o cuatro, pero en realidad llegué a buenos aires a los 18.
Y tengo 30.
Cuando mi interlocutor se entera de este detalle cronológico, es muy probable que replique: “Bueno... ya no sos mucho de 9 de julio...” y en cierto modo tiene razón.
Soy de capital, claro, también lo soy. Tengo mis mañas adquiridas de la ciudad grande, la necesidad de espacios que en el interior no existen, la forma de ver las cosas que te otorga un lugar mas cosmopolita y fresco por momentos y mas rancio y oscuro en muchas ocasiones.
Sin embargo, sin dudarlo, cuando me preguntan de donde soy yo digo “Soy del 9”. Porque así lo siento. Ahí es donde me crié, mi barrio es el “Barrio Fuerte”, ahí está mi familia, los amigos que quedaron allá, la siesta, la vuelta al perro, el mismo boliche de siempre, las caras de domingo a la tarde por el centro, el parque, los asados en las quintas y hasta el chusmerio de una cuadra o la indignación por las cosas que no funcionan como deberían.
Ahí empecé a ver el mundo. Mi idea de lo que es la vida la formé ahí primero que en cualquier parte. Las caras que me esperan cuando voy son las primeras que vi en mi vida y hasta que llegué a buenos aires mi universo giraba alrededor de esa ciudad que se ve enorme y pequeña a la vez.
Los nuevejulienses que estamos en capital, solemos referirnos a 9 de julio como “el pueblo”. A veces pienso: 9 de julio es una ciudad grande ya... debe tener .. no se... 60.000 habitantes. Y otras veces pienso: Con 60.000 personas, no llenas la cancha de River... osea que tan grande no es... Por ahí si es cierto que creció y todo es distinto a como en otros tiempos, pero uno siempre quiere verlo chiquito, como era cuando uno también lo era.
En ese universo de 50 o 60 mil personas me crié. Un universo acotado pero a la vez inmenso.
Un tal Jorge Luis Borges decía que uno es de donde ha pasado su infancia y su primera juventud. Murió en Suiza, pero cuando le preguntaban de donde era, decía “De Palermo”. Yo creo que este señor Borges tenía mucha razón. Uno viene de ahí, ahí empezó a jugar las primeras barajas. Uno viene de ahí porque en ese lugar empezó a caminar, sea cual fuere el camino que uno lleva ahora.
Se es de donde arranco todo para uno. Después se podrá ser de mil lugares, pero ahí todo comenzó y eso es imposible de borrar.
Por eso cuando alguien pregunta ¿De donde sos? me pasan 60.000 cosas por la cabeza, que podrían ser 60.000 almas en medio de la Pampa húmeda en un lugar que tiene autodromo y parque con laguna y que probablemente para mucha gente no signifique nada pero para mi es Paris en el amor, Roma en el triunfo, Bagdad en la guerra.
Cuando alguien pregunta ¿De donde sos? Yo se muy bien que contestarle. Porque se muy bien de donde soy.


Yo soy del 9.


Foto: Capitan de su calle