martes, 29 de enero de 2008

Lobo


Mmmmm…capitán…querido capitán…estas un poco asustado o me parece a mi…? Tenés miedo de las cosas que pasan cuando te animas a hacer? Jejeje…Capitán…la vida tiene esa tendencia al precipicio. Como si uno no tuviera bastante de eso. Yo estoy acostumbrado pero… vos? Que te pasa con eso? Queres morder y llenar de sangre todo? Tenés ganas de romper solo por vicio? Queres enchastres de mierda y mugre?
Mmmmm… capitán…así no va…así las cosas se vuelven borrosas y mezcladas. Cada uno en su tarea… yo me oculto de las masas y me pierdo en la neblina de los bosques por las noches y no pregunto. No salgo con historias raras, no corto el clima con interrupciones impertinentes. No capitán…yo me valgo de mí para vivir, y de nada más. Valdría mas inmolarme que soportar la predica estupida que vos soportas de los bravucones que saben como es la cosa, de los insoportables sabiondos que se lucen con su discurso, de la descarada practica de los consejos.
No… capitán…yo me junto a la manada por placer o no me junto. Yo muerdo y las victimas gritan, sin saber si les duele o les gusta…
Yo soy el lobo que todos pueden tener enfrente y todos pueden ser victimas del lobo.
A acomodarse…a sacarle el polvo a las noches de calor y tristeza. Cuando yo vengo la gente huye…no entiendo…como si a ellos no les pasara…
Como si todos fueran el canto a la vida, la dulzura de los ángeles, el amor de dios por los cervatillos. Imbeciles!!!!
No. Dios mira de lejos y lanza tempestades y las tormentas de nieve que nos cruzan el rostro a todos a mi no me molestan. Yo las disfruto, yo las uso para buscar en el viento el olor grasoso de los optimistas por obligación, de los siempre alegres, de las ridículas normativas de salud y buen humor.
Y se esconden… todos se esconden…imbeciles…como si a ustedes no les pasara, como si el amor los invadiera cada 20 minutos. Se esconden. Porque no quieren ver que es lo que esta pasando adentro suyo y prefieren reír que sentir el gruñido gutural que los ponga a pelear.
Vengan!!! Peleen…porquerías cobardes!!! Ven sangre y se desmayan. Y la sangre es sangre. Siempre igual. De inocentes o culpables, una vez en el piso es solo el rojo pastoso que mancha todo, sin identidades.
Pero si los consuela, si los deja tranquilos, si te tapa la boca a vos…capitán…Y te libera de tus culpitas de cotillón. Acá no se llama a los inocentes.
Acá se llama a pelear por la sangre que hay adentro y el que gana se la queda para seguir viviendo. Y si perdes…lo siento, gana el lobo, se lleva tu sangre y vos te secas.

Y si uno llega enfrente del Lobo, a pelear por su propia sangre…-que te quede claro Capitán-… Hace mucho tiempo que ya no es inocente.

viernes, 25 de enero de 2008

Breve relato de la vida microscopica


Mil años hace que cada día aparece la luz en las ventanas de este lado del mundo. Mil años y un poco mas también. Mil años de guerra y paz interminables, de calabozos y primaveras, de filos gastados de espadas que traen hordas a destruir todo otra vez. Mil años hace que todo vuelve a florecer como en el primer calor.
Y en el medio la gente pequeña y pobre. Con sus cosas de gente pequeña y sus angustias diminutas pero dolorosas. Con sus soltura y su baile, con su doble sentido y su carcajada. Miles y miles de pequeñas personas que acá están mil años hace ya.
En la periferia tal vez un poblado de algunos cientos. Como hormigas. Agrupados en lugares entre clanes, con esa tendencia al amontonamiento que tiene esa gente pequeña. Como para pasar el frío, para juntar todos un poco más de calor en medio del invierno de mil años de la gente pobre.
Ahí, en un rincón; una casa, donde se acomodan hormigas en torno al fuego, donde se esparcen al sol y en el agua. Ahí ellos, casi felices, dando batalla desde su pequeñez de seres que no saben por que, ni como, ni cuando pasa nada de lo que pasa.
Ahí en medio de eso, un día, nace uno. Crece en ese entorno, se acurruca frente al fuego, se tira al sol. Tirita y espera el verano, cosecha y siembra otra vez. Ahí en el medio uno crece sin autorizar nunca que eso pase, y sin pedir permiso tampoco. Ahí uno un día se vuelve adulto y supuestamente responsable por tantas cosas que hay que hacer, en calidad de urgencia. Ahí uno empieza a llevar riendas en carros que no se sabe por que lo llevan a uno de pasajero.
Un día uno se pregunta por la vida, por la gente pequeña, por como fue que llegó hasta aquí, por que se durmió a veces y no se dio cuenta de las cosas, por que a veces no sale todo como uno quisiera, por que no se sueltan las riendas de la alegría y se disfruta, por que somos tan pequeños y los inviernos son tan largos, por que es que uno hace lo que hace y no se dedica a otra cosa.
Uno siente dolor adentro. Dolor grande pero de gente pequeña, de hormiga, de amontonamiento, de pequeño ser que existe sin respuestas y con preguntas estupidas.
Uno no sabe por que está acá y no entiende por que cree que algo de esto importa. Se reclama cosas y se paga precios que casi desconoce por piezas que no lo valen y un día no quiere hace mas nada. Quiere dejarse tapar por el humus, dejarse llevar, hacer otra cosa, no trabajar más de lo que trabaja, abandonar todo, no perder mas el tiempo con eso, no venderse por una moneda y salvar algo de lo que importa. Si es que algo importa.
Un día uno se da cuenta de la naturaleza microscópica de todo lo que somos. De la humildad enorme con que hay que tratar la vida, porque uno es un pedazo de tierra y nunca será nada más. Solo ese espacio de tiempo que nos toca nos da la libertad de sentirnos vivos por un segundo, un parpadeo, un suspiro, un halito de existencia que no alcanza para modificar ni una migaja del universo. Y una vez comprendido eso, solo queda lugar para sentir la quemazón del tiempo sobre nuestras espaldas. Saber que se agotará pronto y nada pasará cuando pasemos de una vez. Luego del miedo, del terror del abandono y la tristeza no queda más que respirar hondo este segundo de gracia, esta ventaja de tiempo, esta distracción del cosmos que nos permitió, por una vez decir siento, estoy vivo, necesito, me corto, me quemo, me enamoro, discuto, me entretengo, lloro, sufro por la muerte, descuido la vida, que me arde con un bofetazo que me despierta. Y meo en un baldío, me las veo con el arte, miento, me arrepiento, me deshago en explicaciones y preguntas, hago alguna vez lo correcto, me emborracho, eyaculo, aprendo cien oficios diferentes, me lastimo, me divierto, me angustio, me meo de la risa.
Y Hago cosas, perduro y me disuelvo en mi historia pequeña de seres microscópicos y banales. Y así dejaré de existir un día, pero dejaré de existir al fin, sabiendo lo feliz que me ha hecho poder ser.

Aunque sea en esta humilde pequeñez humana.
Foto: Capitan de su calle

miércoles, 23 de enero de 2008

X mil palabras


Las copas de vino en la madrugada suelen ser mas amenas que a otras horas. A la madrugada uno se sienta a escribir y pasar revista de lo vivido durante el día… como si ese momento estuviera fuera de la vida...
Las tardes, por ejemplo, no son tanto para el vino. Son mejores para acaparar anécdotas dignas de ser llevadas al papel cuando llegan las madrugadas en las que no se puede dormir. Lo cierto es que si no se observa con detenimiento el comportamiento de la gente (incluso el de uno mismo, claro) puede que uno no tenga nada que relatar. Por eso es bueno llevar la cámara a tantos lugares como uno vaya. La fotografía es un vicio maravilloso. Permite dejar un segundo grabado. Una milésima de segundo. No es la vida, pero retrata una milésima de vida. Ese instante vivirá. Aunque sea un instante más. Las fotos son ventanas al pasado. Pequeñas y maravillosas ventanas a lo que no es ni será nunca mas.
Claro que hay fotos que necesitan su explicación. Que no pueden develar la anécdota, la significancia que poseen.
Hay otras fotos que por si solas hablan, cuentan algo de algún tiempo que paso entre alguna gente y es ahí donde es mejor callar. La obra está terminada por si sola, no le hace falta aclaración al pie. Para que devanarse en metáforas de belleza o alegría cuando se puede ver a las claras. Para que recuperar un atardecer que no cabria en un libro.

No es tan importante si la gente imagina lo que realmente pasó o cualquier otra cosa…

Lo importante es que la gente imagine.

Muelle, verano, costa de río…si te contara la cantidad de cosas que pasaban entonces…
Foto: L. CATA

viernes, 18 de enero de 2008

Volver al recuerdo de paris


Otra vez dan Casablanca por la tele cuando no puedo dormir y afuera llueve. Parece ficción... de verdad que lo parece.
Ilsa y Rick son mas grandes esta vez que la anterior. Crecen con cada vez que alguien los ve y los nota enormes. Una noche más Rick se lamenta y el mismo y fiel amigo Sam toca otra vez su canción en el piano. Sin que nadie en ningún momento le pida que la toque de nuevo, como dicen por ahí. Cada noche debería ser una noche en Casablanca. Cada día debería ser vivido con el nudo en la garganta de los sentimientos encontrados. Con una ciudad de todos y de ninguno y un jefe francés algo chanta y simpaticón con apellido de coche. Cada espera de tren debería ser en París y con aguacero. Cada última botella debería ser con las valijas hechas huyendo de los cañones. Y luego el recuerdo otra vez de la misma historia…
“De todos los bares de todas las ciudades del mundo, ella tenia que venir justo al mío”
Y la canción y la charla y la borrachera. Y el gordo del “Blue Parrot” que quiere comprar el “Rick´s”. En un mundo donde se canta la marsellesa a viva voz y se ayuda a los buenos sin dinero a que ganen en la ruleta el precio de sus pasajes. Con el viejo y gordo Carl que regentee el lugar y un barman ruso medio loco.
Cada avión que parta debería ser por la madrugada y entre la niebla. Cada vez debería preguntarse por “lo nuestro” y cada vez debería responderse, “Siempre tendremos Paris”.
Si... así la vida sería lo que es pero nunca jamás dejaría la poética a un costado para que todo se muestre gris y demasiado real.
Sin embargo es de noche en buenos aires y dan Casablanca por la tele, no puedo dormir, se terminó el vino, estoy solo y llueve. Sería una buena escena en un guión; pero no hay aviones ni bares ni neblina, ni amigos que toquen en el piano “Según pasan los años”. Claro que puede parecer mentira, pero la soledad es demasiado cierta. Eso trae un poco de tristeza.


Y pocas cosas hay tan reales como la tristeza

lunes, 14 de enero de 2008

Historias como de cine


Ella dijo no. No tenía interés, no era el momento, no parecía que pudiera suceder. El no dijo nada, le pareció bien. Esperó.
Ella tuvo cosas que vivir y el también. El volvió a la carga y ella volvió a decir que no era muy razonable y que no quería sentirse incomoda ni nada de eso. El no dijo nada. Le pareció bien.
Ella sufrió por un hombre, lloró por las noches y recordó como era eso de amanecer sin dormir y con los ojos hinchados. El ya había terminado de llorar y terminó de terminar una despedida que se alargó demasiado. El volvió a acercarse y ella se rió un poco con sus bromas. Luego acepto otro ramo de flores y dijo que no otra vez, con una sonrisa. El sonrió…y no dijo nada. La invitó a cenar y ella no quiso despreciarlo pero sugirió dejarlo para más adelante. A el le pareció bien.
El escribió un par de poemas para ella, y sacó de la galera alguna madrugada de charlas que disfrutaron mucho. Luego se fue, habiendo dicho lo que creía que era hermoso de la vida y de una mujer, pero sin proponer una sola cosa más. Ella sonrió. No dijo nada. Le pareció bien.
El volvió a mandar mensajes, correspondencia, señales de humo. Ella respondió sin demasiada efervescencia. El la detuvo en una reunión y le propuso alguna cosa que la dejó muda. Como es una dama no dijo más que lo necesario y se guardó lo demás para contestarlo sin arrebatos. A ella le pareció bien así. A el también.
El decidió viajar lejos por un tiempo y antes de irse le preguntó si había pensado en lo dicho en ese bar aquella noche. Ella le dijo que… bueno… que… no tenia nada claro.
Y eso a el le pareció muy bien.
Tiempo después la llamó para contarle de un trabajo raro que conlleva sus presiones y sus diplomacias. Hablaron del calor, de los televisores, de las mascotas, de la familia y sus cuestiones, de la música.
Como disfrutan hablar…
El le propuso una cena… sin querer sonar demasiado indiscreto.
Ella dijo…que…bueno, que puede ser.
Y esa respuesta les pareció muy bien a los dos…
Ninguno de los dos sabe si llegaran hasta ahí o un poco mas allá. El caso es que será lo que deba ser. Siempre y cuando sea con alegría…


Y les parezca bien…

viernes, 11 de enero de 2008

El capitan y el lobo


El capitán de su calle es un caradura un poco antihéroe y un poco romanticon. No hace el galán porque no lo es. Nunca fue el muchacho lindo ni el más popular, siempre jugó al límite y se codeó con lo más alto y lo más bajo, nomás por probar como era. Tiene cierta fama gris llena de comentarios dudosos y detractores de la primera hora. El no comparte mucho. Se ríe cuando su fama le adjudica anécdotas que no le corresponden y lo absuelve de peores cosas que realmente hizo. Ha andado por las calles de mil ciudades, ha peleado en broncas de mil bares. Se ha emborrachado en las tabernas de cientos de puertos. Ha conocido algunas mujeres leales y bellas. Algunas más fieles, otras menos. Tiene alguna princesa tatuada en el pecho. Ha viajado por mares y selvas. Es un poco Corto Maltés, un poco pato Lucas. Se hizo un nombre sin hacer demasiadas cosas que le parezcan extraordinarias.
Tiene sus cicatrices. Se ha enfrentado a cosas difíciles. Rivales que dieron la talla. Amores que se han ido lejos. Amigos que cayeron en el camino.
Dicen que son esas cosas las que lo volvieron algo acido y un poco melancólico.
No quiere hacer el héroe, no quiere hacer el antihéroe. No quiere ser tercera posición tampoco. Le gusta contar anécdotas que le han pasado a el o a alguno que conoció. Hay gente que gusta de escucharlo. Y otra que gusta de armar nuevas anécdotas con el.
Hay gente a la que se le pegan las anécdotas.
El capitán de su calle es uno de esos tipos.


El lobo es un tipo oscuro y lleno de miedo. Anda por las penumbras asomándose agazapado por las noches que viven adentro de la gente. Tiene un frío enorme en el alma y una furia que cuando se desata solo trae la sangre que lo alimenta y lo mantiene vivo. El lobo se llena de la angustia que huele. De los alientos de los que temen a su presencia. Y mientras más miedo huele, mas cerca está. El dolor es su bandera. Esta lleno de cosas que hay que hacer, formas que hay que cumplir, mandatos que ahogan, deberes que aprietan. Reglas encorsetadas. Culpas.
Tiene tantas ganas de llorar… si pudiera hacerlo sentiría que algo se alivia adentro.
Pero su ser es tan oscuro que vislumbrar algo de paz es una ilusión demasiado lejana para el.

El Capitán de su calle y el lobo son hermanos.
Son dos caras contrapuestas. Dos gemelos malditos. Dos partes de la misma historia.
Se encuentran solo en un rito frecuentado y viejo. Solo en medio de la gran tormenta. Solo en el ojo de la tempestad. Cada uno se acerca al otro superando el huracán y solo están frente a frente un instante mientras la calma reina en ese epicentro rodeado de destrucción y furia.
Nadie sabe que pasa en esos momentos. Que dicen, de que hablan, que se cuentan dos hermanos al verse.
Solo se sabe que hay veces en que el capitán se siente un poco raro. Sin decir nada se levanta de su silla y camina en silencio. Sabe adonde ir. Sabe como llegar, sea donde sea.
Solo se sabe que al lobo le sucede la misma instintiva reacción. Y allí se ven las caras. Se enfrentan. Se chocan y se desgarran con una fuerza que solo puede contener el ojo de la tormenta. Se trenzan en una lucha feroz y desalmada y al final, cuando ninguno de los dos tiene mas fuerzas, cuando ha corrido mucha sangre ya por esas tierras, cuando la furia ya salio del pecho y se fundió con las garras, cada uno se va por su lado sin decir nada. Se miran otra vez antes de irse, sabiendo que se odian a veces, pero se necesitan. Sabiendo que aunque no les guste decirlo, cada uno le da algo importante a la existencia del otro. Así vuelven a sus vidas de todos los días. El lobo se guarda en su guarida, se suma a alguna manada para comer y seguir viaje, se asoma al sol a dormitar en medio de la estepa. El capitán cuenta anécdotas de mujeres y juergas en los puertos, y ambos están más tranquilos por un tiempo.
Como si hubieran saldado deudas, como si cerraran cuentas pendientes con ellos mismos.
Como si se les calmara el espíritu por un rato y dejaran de renegar…por ser la misma cosa, con dos caras distintas

miércoles, 9 de enero de 2008

Como pasa de rapido todo...



Dos de la mañana. Las emociones no me dejan dormir. Las emociones de todo tipo me invaden. Me llenan la cabeza y el pecho de estímulos que me sacan de lugar, me corren, me desacomodan, me desarman.
Descubrirse otra vez, saber quien es uno. Quien fue. Cuantas cosas hay adentro que estarán siempre en el recuerdo; que dormían en un olvido aparente y que no hizo falta mas que un par de palabras en una charla para sacarlas de la ceniza y traerlas frescas como el primer día.
Y encontrarse de pronto diciéndose a si mismo:

Yo tuve un guardapolvo manchado de tierra
Y el jean roto con marca de pasto
Un potrero en la esquina de casa
Y mil árboles que proponían desafíos de alpinismo
La hora de la siesta para escaparme
Una abuela hermosa que me hacia mate de leche
Un amor con cartitas de colores
Y mielcitas, y topolín y naranjú.
Y una pileta pelopincho
Donde entraba tirándome de bomba
Yo tuve un barrio lleno de pibes,
Una pelota chiquita y pinchada
Un quincho de cañas con chapas en la entrada
Una perra que se llamó tobi
Un incendio de pasto seco
Un par de puntos en alguna herida
Un vecino que no devolvía la pelota
Cuando se caía en su casa.
Yo aprendí a manejar en un tractor
Tumbé corderos del cuello y los até con maneas
Monté a caballo y aparté ganado
Corté chala a filo de machete
Tuve una yegua que se llamaba Cachamay
Una maestra de cuarto grado
Que guarda mis tarjetas del día del maestro
Una cocina a leña en la casa de mis tíos
Una planta con pelones que robar
Un gallinero y una bomba de agua.
Y un galpón donde se hacían los chorizos
Yo tuve una novia morocha
Con la que recorríamos baldíos por las noches
Que tenía un tatuaje de un angelito en el hombro
Y todavía me escribe contándome de sus hijos
Tuve un vestuario de bailarín en mi casa,
Que mi madre planchaba para que yo esté lindo
Y yo me llevaba a transpirar por las provincias
En noches de contrapuntos y botas rotas
Yo desperté en un colectivo tapado con un poncho
Sin saber donde estaba ni adonde iba
Y me arrimé a la ronda de mate cerca del chofer
Hacia boleadoras y bailaba chacareras
Y la gente nos aplaudía de pie en cada pueblo
Y nos regalaban choripanes y pastelitos
Yo hice películas cortitas
Soñando con hacer grandes películas
Donde mis amigos eran los actores
Y yo escribía guiones de buenos contra malos
Mientras mi padre me hacia pistolas de caño
Y mi abuelo disfrazaba su auto de patrullero
Yo competía en torneos y ganaba medallas y diplomas
Y creía que eso era de lo más importante
Tenía un equipo de softbol con mis amigos
Y nadie nos quería dirigir
Ni nos daba camisetas.
Yo tuve una adolescencia de no dormir,
De descubrir la vida con alegría
Y un poco de dolor
De aprender que es la amistad
En rostros que veo aun hoy en cada asado
Yo tuve mi lugar de colegio industrial,
De mañanas de hierros congelados
De camisas de grafa y grasa negra
De madera, hojalata, azul de Prusia
Motores, reglas de dibujo
Guardapolvos con corbata debajo
Y escapadas del colegio en la mañana
Con las chicas del comercial
Yo me fui a la gran ciudad un día
Teniendo que elegir que
Quería para el resto de mi vida.
Conocí el alcohol y algunas drogas
El rock n`roll, la noche
Las luces de la capital
Tuve un par de trabajos ambulantes
Que molestaban a los policías
Y a los dueños de comercios respetables
Conocí el teatro y sus quehaceres desde adentro
Un auto, un director y actores
Una compañía itinerante
Yo viajé solo en la ruta
Con el pulgar levantado
Y llegué a casa de sorpresa,
Sin plata pero contento.
Yo tuve algunas amantes
El dolor de la soledad
El desamor y la muerte
La tristeza más grande
De perder a quien se quiere
La alegría de amar con cada parte de mí
La hermosura de una mujer que entibia la vida
La desazón de entender que uno no es nada
De perder el ego y la miseria
De armarse otra vez, menos armado
Y de vivir con más calma
Hice obras, actué en ellas, dirigí alguna vez
Escribí una que otra cosa,
Tengo algunos alumnos que me hacen feliz
Me abrí un blog para escribir solo por gusto.
Yo llegué hasta un lugar que no es la gran cosa,
Pero estoy bastante bien conmigo
Y no se como ha pasado todo eso.
Un día, te vas de vacaciones
A tu pueblo.
Te encontrás con tus tíos del campo,
Que te recuerdan el tractor y el gallinero
Con tu novia de los 17,
Y su tatuaje en el hombro
Con tu maestra de 4º grado,
Y sus tarjetas del día del maestro
Y ves otra vez, de verdad
A tu padre, a tu madre,
A tu abuelo, a tus hermanos
A cada uno de tus amigos
Con sus caminos y sus cosas de la vida
Y mensajes de hermanos que están en otras partes
Y hermanas que saludan en nombre de sus crios
Y amores que se van lejos
Y amores que se quedan
Y recibís llamados de gente hermosa que muere
Y recibís llamados de gente hermosa que nace
Y volves a tu casa un domingo por la noche
Otra vez en la gran ciudad
A un millón de kilómetros de lo que fuiste
Y lloras. No podes parar de llorar
No podes parar
No podes parar
No podes parar
No podes contener la emoción
Por las cosas que pasan
Por el espejo que te muestra lo que fuiste
Por la bendición de significar algo para alguien
Por estar acá después de todo
Por el tiempo que pasa
Por la alegría de seguir haciendo
Por el cariño
Por el dolor compartido
Por la necesidad del otro


Por lo avasallante que puede ser a veces existir.

lunes, 7 de enero de 2008

Hola...!

Volvimos...
El lobo, el capitan, los cuchilleros, los marinos, las abuelitas buenas, los dolores del amor, los llantos de madrugada, los campos verdes de verano y los grises de batalla; las tormentas, los mares enbravecidos, el hijo del hijo del hijo de un heroe de la patria, el changarin que se va a la cama con la mujer del comisario, el amigo que cumple con su palabra, la dulzura de una caricia, la sangre, el frio que duele, las espadas en la llovizna, la angustia que ahoga en cemento, el adios con pañuelos y lagrimas, la huida, la liberacion, el karma.
El psicologo que habla con un paciente que no es su paciente, el soñador que se golpea, el borracho que llora en el mostrador,el perdedor que logra algo, el antiheroe encantador, el astronauta, el psiquico, la gitana, los augurios, el horoscopo chino, el que conoce el amor en una compu, el que lo pierde en un tren. Los que se animan, los que no. El bueno, el malo.

La vida, la muerte.

Misa de gallo, bendicion de olivos, nacimiento.



Volvimos... que gusto estar por acá.