La tormenta no pudo, lobo. No pudo. No nos hundió. Y eso que rugió con todas sus fuerzas… más que nosotros dos en la batalla. Más que todo. Empujó hasta el fondo y sin embargo seguimos, cada uno de su lado, sacando la cabeza del fondo y respirando.
Mientras tanto, haciendo caso a la pulsión, avanzamos atados al juego de muerte que nos caracteriza.
No abandonamos nunca el rencor por ser el otro y que el otro nos embeba de su esencia. Y eso que me perdí entre la maleza y me encontraste. Y eso que corrí por el bosque y me hundí en la estepa más oscura, en pos de perderte el rastro y no pude salir ni un segundo de mi olor y tu vapor al olerme. Mi respiración llamaba a tu gruñido. Mi aliento dejaba la estela que necesitaste siempre para llegar hasta el borde mismo de nosotros. Mira que hubo momentos en los que casi nos encontramos y sin embargo, la oscuridad no nos dejó vernos.
Entonces, un día como cualquiera, sentimos el aroma de la batalla acercándose. Pero esta vez la tormenta dejó de ser solo el contexto para ser furia, dolor y golpes, viento y destrucción. Esta vez la tormenta no quiso ser solo escenario y fue protagonista. Y ahí todo cambió sin que entedamos que estaba pasando.
Cuando solo quedó lo que sobraba de nosotros, luego de golpes y vueltas en el aire., cuando bajó el viento por un instante y nos encontramos en el ojo fatal de la tormenta mas grande, ahí mismo, solo con nosotros, nos miramos sin rencores a los ojos. Vimos la sangre fluir de nuestras heridas, nos supimos lastimados por el huracán. Ahí donde el dolor es moneda corriente yo saque de adentro lo ultimo de mis fuerzas y caminé hacia ti con la guardia mas baja que recuerde, en el ojo tormentoso que nos cerca de calma, de la calma del centro. Caminé y caminaste sin que surgiera ni por un segundo, un ápice de violencia en nuestro movimiento. Lo que habría sido carne desgarrada en otro tiempo, hoy era solo el andar, casi automático, de dos seres que son uno solo en el medio de sus almas.
El llanto fluyó de todos los ojos, el dolor se calló la boca por respeto, el amor se dio vuelta para no ver la paz casi mortal de los contendientes que se miraron.
Entonces yo llegué hasta enfrente de la brasa de tus ojos y supe que el frío no me mataría aquí. Que el dolor de mi corazón es el mismo que el del tuyo. Que somos la misma cosa. Entonces te abracé, lobo. Te abracé y me dejé estar en el frío del pelaje húmedo de nieve y sangre. Y te dejaste estar en los brazos que buscaste con camorra vil y gruñidos cada vez que pudiste. Los brazos que antes quisieron matarte.
Ahora la tormenta sale de su centro y el resto de la tempestad azota la faz de la tierra. Sin embargo los rivales se sostienen uno al otro y se dejan sostener.
Una vez ahí, arrodillados y silentes, el viento huracanado fue una brisa para ellos. Los árboles volaron arrancados en el aire y el castigo de las ráfagas destruyó todo.
Sin embargo, nosotros fuimos piedra milenaria, dolor eterno, tregua de sangre que sobrevive y deja respirar. Fuimos lo que estaba antes del huracán y seguirá ahí cuando se vaya.
Pronto el sol aparece, como aparece desde siempre.
La ultima gota pega en medio de los dos. Mil años nos quedamos sentados frente a nuestro Némesis. Mil años y mil días más frente a nosotros mismos.
Ahora crujen los huesos que se levantan del letargo de los siglos. Ahora se cuartea la tierra y la hierba que nos cubrió durante milenios. Ahora salimos de lo que nos tapó y nos dejó juntos bajo la superficie. Ahora no nos separamos más, Lobo. Sabemos que somos uno. Será cosa de acomodar las entendederas a nuestra pérfida compañía. Ya no conocemos lo que vendrá adelante, pero somos seres de mar y bosque, un poco de cada cosa. Seres que se preguntan que sucede en el horizonte que se pierde.
Estamos listos para caminar, al final de cuentas. Porque para eso estamos hechos. Porque para eso están hechos los horizontes.
Para caminar.
Mientras tanto, haciendo caso a la pulsión, avanzamos atados al juego de muerte que nos caracteriza.
No abandonamos nunca el rencor por ser el otro y que el otro nos embeba de su esencia. Y eso que me perdí entre la maleza y me encontraste. Y eso que corrí por el bosque y me hundí en la estepa más oscura, en pos de perderte el rastro y no pude salir ni un segundo de mi olor y tu vapor al olerme. Mi respiración llamaba a tu gruñido. Mi aliento dejaba la estela que necesitaste siempre para llegar hasta el borde mismo de nosotros. Mira que hubo momentos en los que casi nos encontramos y sin embargo, la oscuridad no nos dejó vernos.
Entonces, un día como cualquiera, sentimos el aroma de la batalla acercándose. Pero esta vez la tormenta dejó de ser solo el contexto para ser furia, dolor y golpes, viento y destrucción. Esta vez la tormenta no quiso ser solo escenario y fue protagonista. Y ahí todo cambió sin que entedamos que estaba pasando.
Cuando solo quedó lo que sobraba de nosotros, luego de golpes y vueltas en el aire., cuando bajó el viento por un instante y nos encontramos en el ojo fatal de la tormenta mas grande, ahí mismo, solo con nosotros, nos miramos sin rencores a los ojos. Vimos la sangre fluir de nuestras heridas, nos supimos lastimados por el huracán. Ahí donde el dolor es moneda corriente yo saque de adentro lo ultimo de mis fuerzas y caminé hacia ti con la guardia mas baja que recuerde, en el ojo tormentoso que nos cerca de calma, de la calma del centro. Caminé y caminaste sin que surgiera ni por un segundo, un ápice de violencia en nuestro movimiento. Lo que habría sido carne desgarrada en otro tiempo, hoy era solo el andar, casi automático, de dos seres que son uno solo en el medio de sus almas.
El llanto fluyó de todos los ojos, el dolor se calló la boca por respeto, el amor se dio vuelta para no ver la paz casi mortal de los contendientes que se miraron.
Entonces yo llegué hasta enfrente de la brasa de tus ojos y supe que el frío no me mataría aquí. Que el dolor de mi corazón es el mismo que el del tuyo. Que somos la misma cosa. Entonces te abracé, lobo. Te abracé y me dejé estar en el frío del pelaje húmedo de nieve y sangre. Y te dejaste estar en los brazos que buscaste con camorra vil y gruñidos cada vez que pudiste. Los brazos que antes quisieron matarte.
Ahora la tormenta sale de su centro y el resto de la tempestad azota la faz de la tierra. Sin embargo los rivales se sostienen uno al otro y se dejan sostener.
Una vez ahí, arrodillados y silentes, el viento huracanado fue una brisa para ellos. Los árboles volaron arrancados en el aire y el castigo de las ráfagas destruyó todo.
Sin embargo, nosotros fuimos piedra milenaria, dolor eterno, tregua de sangre que sobrevive y deja respirar. Fuimos lo que estaba antes del huracán y seguirá ahí cuando se vaya.
Pronto el sol aparece, como aparece desde siempre.
La ultima gota pega en medio de los dos. Mil años nos quedamos sentados frente a nuestro Némesis. Mil años y mil días más frente a nosotros mismos.
Ahora crujen los huesos que se levantan del letargo de los siglos. Ahora se cuartea la tierra y la hierba que nos cubrió durante milenios. Ahora salimos de lo que nos tapó y nos dejó juntos bajo la superficie. Ahora no nos separamos más, Lobo. Sabemos que somos uno. Será cosa de acomodar las entendederas a nuestra pérfida compañía. Ya no conocemos lo que vendrá adelante, pero somos seres de mar y bosque, un poco de cada cosa. Seres que se preguntan que sucede en el horizonte que se pierde.
Estamos listos para caminar, al final de cuentas. Porque para eso estamos hechos. Porque para eso están hechos los horizontes.
Para caminar.
8 comentarios:
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Me hace acordar mucho al lobo estepario.
El caminar, siempre caminar, para pasar los malos ratos, disfrutar las partes lindas del camino y reconciliarnos con nosotros mismos.
"Lo que habría sido carne desgarrada en otro tiempo, hoy era solo el andar, casi automático, de dos seres que son uno solo en el medio de sus almas" Me encantó! Caminar, porque para eso estamos hechos.
Caminar, cuando no queda nada por hacer, solo me queda caminar. Para descargar el espiritu y cargar el cerebro. Me resulta imposible caminar y no pensar, pero me aliviana. Suelto al cordero.
Muy bueno el post!
Abrazo
Te robé ese dibujo porque es espectacular.
Me gustó mucho el post! Caminar...
"Mira que hubo momentos en los que casi nos encontramos y sin embargo, la oscuridad no nos dejó vernos" frase para destacar.
saludos capi
Muy bueno eso de reconocer que el Lobo también es uno, y que uno también es Lobo..
Me sumo al "Club"!
Muy bueno el post..
Besotototess!
Que bueno poder encontrar al lobo que uno tiene adentro. Intuición pura, garra pura adormecida. Y fundirse con esto que somos, pura sociedad y aun así reconocerse!
Como vos decís un poco de mar y un poco de bosque: maravillosa unión.
¿miedo?. Un poquito.
Me encantó, capitan.
Cherry: Wow...es una comparacion que me queda grande. Te agradezco el cumplido de todos modos! Es muy lindo.
Desquiciada: Caminar ...caminar...caminar.
Sino que, verdad?
Besos
Neutro: Es cierto!!! Es imposible caminar y no pensar. No me habia fijado en eso. Es cierto.
Suelte el cordero...dejelo pastar y espere. Va a ver que hay un lobo dentro de todos.
Rubiaa: Quedese, claro, con el dibujo. Un gusto. Usted le da buena utilidad a las imagenes.
Y mande las que quiera tambien, por supuesto!
Safira: Anotese por aqui. Deje su nombre, sientese. Deje el bolso, relajese. Sienta el frio.
Y como Neutro, suelteel cordero y espere...
Bienvenida al club.
Stellita: Miedo siii, miedo siempre. El lobo es la ecencia del miedo. El miedo es la ecencia del lobo. Y no nos viene a comer de afuera eh? si lo dejamos nos debora. Pero de adentro hacia afuera.
Muchas gracias a todos por pasar!!!!!
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