viernes, 9 de mayo de 2008

Hermano lobo



Hola lobo…
Tanto tiempo y ni un ápice de olvido. Tantas cosas y siempre ahí, debajo de la bruma con tus ojos amarillos y tu aliento vaporoso. Como extrañé esta vez un poco de tu lucha. Como me hizo falta la llegada de la gran tormenta. Y una vez ahí, apareciste con tus dientes blanquecinos y supe que tu sangre somos dos. Con tu boca mostrando colmillos y supe que el dolor siempre está. Con el gruñido debajo de la oscuridad y supe que esta vez yo también quería la fiebre de la lucha.
El lobo grita. El lobo camina y corre de noche. Sale en medio del frío, saca sus dientes, desgarra la carne, come. El lobo huye de todo y de todos. Aúlla, solo en todo. Solo en su vida de lobo. Solo en sus noches, solo en su pelaje, su aliento y su grito. En su ser de depredador que no van a compartir los otros. Porque no quieren. Porque no pueden. Porque nadie entiende la sangre que da vida. El lobo no se acerca porque sabe como es. El lobo huye porque puede lastimar. Porque muerde y todo se vuelve terror. Entonces lamerá sus heridas en la carne y aullará las otras heridas hasta que no pueda más. Llorará horas y horas porque le duelen. Días y días sin que lo vean. Sanará solo y en el frío y un día, cuando todo esté en calma, se oirá otra vez el aullido fatal de su presencia, que dejará las huellas de los vivos y el polvo de las correntadas. Las huidas no lograran apartarlo y es posible que alguien lo busque para darle muerte. No se puede matar lo que no se saca de adentro. Un lobo suelto no es más que un espíritu salvaje que se ha dejado correr. Un lobo solo es la tristeza y la rabia hechas carne. La noche personificada. El dolor con nombre. Pero también el instinto sin barreras, los sentidos extasiados, los impulsos llevados al extremo.
Si lobo… yo también quise encontrarte esta vez. Quise venir a decirte vamos! Dame todo el filo de los dientes. Dame la fuerza de tu mordida sobre el brazo que defiende, el gruñido feroz y la velocidad de los reflejos, la mirada brillante de muerte que me acecha. Vamos que tengo lo mismo para darte, que la lucha recién ha comenzado, que el dolor aparece entre la carne, que aun no nos baña el manto rojo que nos calme la furia del alma oscura.
Voy a querer matarte lobo. Voy a querer destrozar tus fauces y se que sos un rival que esta a la altura. Vas a querer matarme lobo. Y eso nos relame a los dos. Porque no nos deja mas opciones que luchar hasta el final. Aun cuando sepamos que el final se llevará una parte de ambos. Aun cuando entendamos que el final es nuestro propio final, dibujado en nuestras manos.

No hay comentarios: