jueves, 22 de noviembre de 2007

Ventana sobre latinoamerica.


Nos atraviesa una extrana incandecencia, una claridad que hace combustion sobre si misma y se sostiene por siglos y siglos.
Nos embriaga un extraño sopor, como de vino caliente en las noches de invierno. Nos sobrevuelan nuestros propios fantasmas machacandonos lo que somos, cada dia.
Nos desvelan las necesidades, abarrotadas de la puerta para adentro. Nos conmueven los mismos rostros, cada uno con su lagrima y su carcajada. Nos paraliza un miedo de callejón oscuro en madrugada.
Nos enfurece el llanto sobre la tierra calcinada y la piedra tirada por una mano que siempre se esconde.

No nos une la felicidad. Por aqui, la felicidad es algo lejano que se ve de vez en cuando en los escaparates de otros barrios mas pudientes; aquellos a los que vamos a mendigar por las esquinas de vez en cuando.


Nos une el dolor, eso si.


Y la alegria.
Foto: Capitan de su calle

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