jueves, 26 de febrero de 2009

Entender


Yo soy solo un intérprete. Que no puede ostentar más autoría que la de si mismo. Y que a veces hasta flaquea en eso. Los manantiales de sonrisas y las bocas que florecen dejaron ya la inocencia guardada en el pasado. Convertida en luz, anagrama, desperdicio, aprendizaje. Guitarras y poemas suenan en las veredas nuevas del camino. Risas que no se agotan nunca. Modismos que se repiten. Sonidos que alimentan la claridad de las imágenes en un soplido. Todo vuelve en mil caras ajenas y mil propias. Todos los yo se arriman a mirar. Todo cambia sus imágenes con el tiempo y sus sonidos también.
Y sin embargo renace de a camadas la rabia, el amor, los deseos encontrados, las tensiones, el sexo, la vida, el llanto, la amistad, la espera, los abrazos.
Todas esas cosas han estado acá antes que lleguemos y seguirán estando. No conocemos su forma pura, solo vemos el perfil que se nos presenta.
Porque no somos el todo de cada sensación, ni siquiera una parte. Somos los que forman un espejo que refleja cada una de esas cosas.
Intérpretes. Del punto de vista que se deja ver de todas las cosas, desde este lugar.
Algunos, gustamos mucho de interpretar las cosas. Tal es asi que interpretamos además de a nosotros mismos, a todas las demás cosas que se nos presenten. Porque interpretar lo que nos pasa ya no nos es suficiente. Queremos interpretar mas cosas aun. Por eso uno es actor. Para interpretar un yo; el personal. Y tantos otros yoes como se pueda.
Porque, la verdad, interpretar el mundo es un juego interesante.
Interpretar muchos mundos, es fabuloso.




Foto: Yun Photo

martes, 17 de febrero de 2009

Testigo

CAUSA: PALACIO BAROLO
TESTIGO: ALBERTO GOMEZ RUIZ
EDAD: 42 AÑOS
PROFESION: EMPLEADO DE SEGURIDAD
ESTADO CIVIL: CASADO
HIJOS: DOS
ESTUPEFACIENTES: NO
ALCOHOL: NO
TABACO: SI
ANTECEDENTES: NO

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Como empieza este relato? Empieza desde el principio. Desde donde corresponde que comiencen las cosas. Porque usted esta mezclando todo y no me entiende. Escuche y después pregunta. Yo en la parada del 180. Solo. Saliendo del trabajo. Soy seguridad en una parrilla. Y como son las coincidencias ¿no? Las de cualquier noche. Como son los imprevistos que pasan a veces. Yo perdí otro colectivo que pasó sin frenar y me quedé esperando ese.
Ahí en medio del silencio, sentí el ruido.
No tengo explicaciones demasiado verosímiles para lo otro. Por lo menos no para llevarlas a palabras. El caso es que el pasaje es uno de buenos aires de los que se han visto tantos y tantas veces. Vio lo que es. Un pasaje normal.
La luna era grande. Iluminaba todo.
Me acerqué con cautela. No podía ver bien que era ni como pero me llamó la atención.
Miedo? Por supuesto. Pero el montículo en la sombra rezongaba con vos no muy gruesa y supe que no era ni un perro ni ningún otro bicho.
Había margaritas en el piso. El espacio olía a flores. Era un olor dulzón y fuerte. Flores de esas grandotas con los pétalos marcados. Y claveles. También había claveles.
Me vino a asustar hasta el ruido del colectivo cuando frenó en la otra calle. Si claro. Miedo si. Y mucho.
Agarre la punta de la tela negra del piso y despacio la empecé a correr. Era una tela suave y se deslizaba fácil. Empezó a aparecer la imagen de una mujer abajo. Una chica como de veintipico. Con ropa común. Una remera, Jean, zapatillas de las de lona.
Estaba sangrando. De la frente un poco y tenia las manos con sangre también. El rezongo que escuchaba yo no era un pedido de ayuda parece. Era la respiración. Respiración de muy agitada. Respiración que se exhala con voz.
O por ahí si, por ahí pedía ayuda pero como sin querer. Como hace la gente orgullosa. Se me hace que era de carácter fuerte la piba.
Por la sangre no eh? Se me hace más por el momento en el que abrió los ojos.
Ahí le vi la mirada. Pensé que estaba casi desmayada pero los abrió de pronto como si volviera de un soñar algo; de repente. Se abrieron grandes al principio y después se fijaron en la oscuridad y fruncieron el seño.
Se vio fuerte. Tal es asi que hasta retrocedí un poco.
Se levantó despacio mirando a todos lados a la vez. Como buscando pero sin mirar. Y entonces me di cuenta. Estaba oliendo. Estaba buscando un olor. El olor de algo o de alguien.
Yo pensé que era por las flores. Era penetrante.
Levanté un clavel pisoteado y se lo mostré.
__”Son flores”, le dije. Se dio vuelta rápido y me miró fijo a los ojos. Levantó una mano y la puso abierta casi delante de mí. La veía respirar. Respiraciones largas. Buscando un olor particular. Como queriendo atravesar la pared dulce que se metía por la nariz y buscando mas allá.
En un momento se quedó quieta y con la mirada fija arriba, en el aire.
__”Ahí viene” me dijo
__” ¿Quien viene?” le pregunté
Me agarró del hombro, estrujando mi campera y me dijo
__“El ojo”
Después no se bien que fue lo que pasó, porque creo que ella me empujó del hombro contra la pared y se tiró ella también. Y ahí apareció un ruido descomunal. Como si viniera un avión. Asi de fino, pero mas irregular. Como un chirrido de quejas. Un desperezarse y gemir que se repetía de formas distintas y empecé a ver que delante mío pasaba una especie de nube invisible. Digamos, como el efecto que hace el aire cerca del fuego. Como esa imagen distorsionada que se genera a través del aire caliente. Asi era todo. Como una nube de eso. Pasaba a mucha velocidad. No podía darme cuenta por lo que veía sino por lo que escuchaba en ese grito y por el viento que se levantaba en el pedacito de pasaje en el que estábamos parados. Pegados a la pared.
El silencio cortó todo.
El viento, la nube, el grito agudo.
Todo se cortó como con un cuchillo.
La nada fue inmensa y pacifica por uno segundos. Caían gotas y las veía como en cámara lenta. Redondas, perfectas. Papeles giraban en el aire y podía ver nítido cada movimiento
Y de pronto todo volvió a ser normal y rápido y olvidado de esos detalles que son una generalidad inconmensurable de particularidades. Eso sentí en ese momento. Que me perdía de todo eso todo el tiempo. Que pasaba y no podía verlo de tan rápido que pasaba. Me di cuenta que llovía ahora y que estaba en ese callejón. Y una mano me agarró del pecho y me empujó.
Me acercó a su cara. Y me dijo:

__¿Donde está el edificio del Dante?
__¿El que?
__ El edificio del Dante. Es la puerta.
__ No se…no se donde.
__ PENSÁ!!! Un edificio hecho para el.
Yo no sabia que me estaba diciendo. Buscaba y no encontraba nada. El Dante…el Dante…edificio, hecho para el Dante, la divina comedia… inspirado… edificio
__ EL PALACIO BAROLO! Grité.
__ Eso. ¿Qué calle es esa?
__ ¿Esa? esa es…


Y cuando me di vuelta, no estaba más.
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Foto: Capitan de su calle

domingo, 8 de febrero de 2009

Hacer


El otro día, leyendo el blog de Leticia, me entero de una señora surcoreana que va por la 772º vez que rinde el examen de conducir. Por raro que parezca es cierto.
Dice que necesita el carnet para trabajar. Sin embargo (debe tener horarios muuuy flexibles), se dirige cada día al registro del conductor a rendir el examen. No el práctico. No es que la señora no sepa manejar. Va a rendir el teórico. La señora no es lenta de reflejos, es por lo menos amnésica, porque no ha logrado memorizar las putas señales de transito después de 771 exámenes.
Yo termino de leer la nota y lo primero que me viene a la cabeza es: “Es claro que la doña no quiere aprobar”
Y no. No debe querer. Lo sepa o no. El inconciente tiene lugares insondables. No querrá ese ansiado trabajo talvez; o tendrá miedo de obtenerlo o no habrá trabajo alguno. El caso es que la señora va cada día a cumplir con su deber, que es el de seguir intentando una y otra vez

Y lo va a sacar la vieja, lo va a conseguir. Va a tener su carné.
Y se va a ir a su casa re contenta.

Y al otro día se va a preguntar que mierda hacer de su vida.
Y va a comprender porque no aprobaba.
Para seguir yendo a alguna parte.
Y se va a desesperar por un rato.
Y luego se va a decir "Vamos que aun hay tiempo"



Y luego va a querer aprender a manejar un camión.