
Platón decía que el cuerpo era una molestia para el desarrollo de las reflexiones importantes. No puedo dar fe de lo de Platón, a mi no me lo dijo él. Además me suena un poco a comentario de Pizzería, pero dado lo que escribió el griego este después, bien puede ser que se refiriera a todas las cosas que hay que hacer en cuanto a lo físico: Baño, vestimenta, alimentación, necesidades fisiológicas, sueño, descanso, etc. Toda esa cuestión entorpecía al parecer el desarrollo del mundo de las ideas, que se supone mas elevado que la cosa carnal.
Platón vivió hace unos 5000 años en Grecia. Si bien eran gente dentro de todo higiénica en comparación a algunos de sus vecinos, también se puede decir que no eran el summum de la impecabilidad. Quiero decir, antes la gente era más roñosa.
Las necesidades fisiológicas se hacían con más libertad y por que no, detrás del matorral más oportuno. La alimentación, aunque muy elaborada en esa zona y desarrollada hasta el arte, no significaba demasiada preocupación para un pensador que no carecía de un pan blanco de trigo candeal ni de un banquete bien servido que no necesitaba cocinar él mismo. No vamos a entrar en una perorata de géneros porque no viene al caso, hace 5000 años los tipos no cocinaban. Los tipos como Platón no hacían casi nada. Más que pensar. Lindo curro, pero hay que ser muy despierto.
El largo de su cabello y de su barba nos hace pensar en un hombre que si bien no era el insocializable de Diógenes, que vivía en un barril como el chavo del ocho, tampoco era un señorito de la estética emulador de pobre diablo de Narciso.
Así y todo, parece que este tipo afirmaba que ocuparse del cuerpo nos distraía de lo esencial.
Él mismo, que escribió “El banquete”. Que loco che.
Yo no creo que Platón creyera que el cuerpo era una carga. A los fines prácticos de su teoría puede que no sirviera, pero me gusta creer que el tipo decía eso, porque en realidad sospechaba algo funesto en esos excesos.
Hoy, 5000 años después hay que hacer 4 comidas por día, equilibradas en carnes y vegetales, sin exceso de grasas ni azucares, tomar leche descremada con menos de 100.000 bacterias por mililitro y un tarrito de un lactobacilo con no-se-que defensis, comprarse zapatos y zapatillas, tener mas de dos pantalones, usar corbata en algunos ámbitos, pasarse hilo dental, lavarse los dientes, hacer buches con limpiador, cepillar la lengua, las paredes de la boca y las encías. Bañarse todos los días, usar desodorante de axilas, de cuerpo, de pies, antitranspirantes, perfumes, ropa limpia, afeitadoras y en el caso de las féminas y de algunos hombres pos modernos, cremas anti age, anti sequedad, anti grasitud, bronceantes, con un cuarto de crema humectante, con aroma de coco, con centella asiática, con menta y con eucalipto. Ah, y claro, además es recomendable el ejercicio.
Si queres cagar bien, tenés que tomar un yogurt. Si queres dormir bien, melatonina, pero lo mejor es alimentarse con fibra y tomar dos litros de agua por día. Una barra de cereales nos da el número que cierra las cuentas cuando se trata de calorías. Y parece que es mas sano alimentarse varias veces al día con cosas de bajo contenido calórico y graso. Es decir, hay que alimentarse con cosas que no alimentan.
Cuando era chico me gustaba mucho ir con mi hermano al campo a visitar a mis tíos. Nos quedábamos varios días investigando todo lo que estuviera suelto. Durmiendo gallinas, corriendo chanchos, lo que sea. No queríamos dormir mucho. Nos gustaba levantarnos a la mañana para hacer cosas en el campo. Cortar chala, juntar los huevos, darle el maíz a las gallinas, en fin, cosas de campo.
Cuando nos levantábamos, mi tía siempre tenia un jarro con leche sobre la cocina a leña, pero a nosotros nos gustaba agarrar un vaso de la alacena y correr hasta donde estaba mi tío, que a esa hora ordeñaba por segunda vez. Caminábamos entre los animales calientes y el bosterío de un tambo de chacra y cuando lo encontrábamos agachado en el medio de todas las vacas, le pegábamos el grito. Él primero nos decía buen día y nos daba un beso a cada uno. Después agarraba los vasos y nos ordeñaba la leche directamente ahí. Tibia. Y con espumita. A mucha gente le puede parecer asqueroso. A nosotros siempre nos resultó fascinante.
Y nos corríamos a un costado, ante esa mirada entre atónita y condescendiente de las vacas y nos tomábamos la leche ahí nomás, recién venida al mundo, casi como nosotros.
Eso nos alegraba la vida a los dos y a mi tío en medio del tambo y a mi tía a pesar del grito de “vengan que hace frío”.
Hoy puede que los médicos recomienden otras formas, pero a mi eso me alargó la vida, estoy seguro. Muchas cosas que vinieron después pueden haber acortado mis días. Pero eso no.
Se hace complicado aceptar algunas cosas de esta época empecinada en alargar el tiempo del cuerpo a cualquier costo.
Porque mi vida, dure lo que dure, tiene esas postales de la felicidad.
Y había cuidado y cariño y dedicación y descubrimiento.
Aunque hubiera mas de 100.000 bacterias por mililitro.
Platón vivió hace unos 5000 años en Grecia. Si bien eran gente dentro de todo higiénica en comparación a algunos de sus vecinos, también se puede decir que no eran el summum de la impecabilidad. Quiero decir, antes la gente era más roñosa.
Las necesidades fisiológicas se hacían con más libertad y por que no, detrás del matorral más oportuno. La alimentación, aunque muy elaborada en esa zona y desarrollada hasta el arte, no significaba demasiada preocupación para un pensador que no carecía de un pan blanco de trigo candeal ni de un banquete bien servido que no necesitaba cocinar él mismo. No vamos a entrar en una perorata de géneros porque no viene al caso, hace 5000 años los tipos no cocinaban. Los tipos como Platón no hacían casi nada. Más que pensar. Lindo curro, pero hay que ser muy despierto.
El largo de su cabello y de su barba nos hace pensar en un hombre que si bien no era el insocializable de Diógenes, que vivía en un barril como el chavo del ocho, tampoco era un señorito de la estética emulador de pobre diablo de Narciso.
Así y todo, parece que este tipo afirmaba que ocuparse del cuerpo nos distraía de lo esencial.
Él mismo, que escribió “El banquete”. Que loco che.
Yo no creo que Platón creyera que el cuerpo era una carga. A los fines prácticos de su teoría puede que no sirviera, pero me gusta creer que el tipo decía eso, porque en realidad sospechaba algo funesto en esos excesos.
Hoy, 5000 años después hay que hacer 4 comidas por día, equilibradas en carnes y vegetales, sin exceso de grasas ni azucares, tomar leche descremada con menos de 100.000 bacterias por mililitro y un tarrito de un lactobacilo con no-se-que defensis, comprarse zapatos y zapatillas, tener mas de dos pantalones, usar corbata en algunos ámbitos, pasarse hilo dental, lavarse los dientes, hacer buches con limpiador, cepillar la lengua, las paredes de la boca y las encías. Bañarse todos los días, usar desodorante de axilas, de cuerpo, de pies, antitranspirantes, perfumes, ropa limpia, afeitadoras y en el caso de las féminas y de algunos hombres pos modernos, cremas anti age, anti sequedad, anti grasitud, bronceantes, con un cuarto de crema humectante, con aroma de coco, con centella asiática, con menta y con eucalipto. Ah, y claro, además es recomendable el ejercicio.
Si queres cagar bien, tenés que tomar un yogurt. Si queres dormir bien, melatonina, pero lo mejor es alimentarse con fibra y tomar dos litros de agua por día. Una barra de cereales nos da el número que cierra las cuentas cuando se trata de calorías. Y parece que es mas sano alimentarse varias veces al día con cosas de bajo contenido calórico y graso. Es decir, hay que alimentarse con cosas que no alimentan.
Cuando era chico me gustaba mucho ir con mi hermano al campo a visitar a mis tíos. Nos quedábamos varios días investigando todo lo que estuviera suelto. Durmiendo gallinas, corriendo chanchos, lo que sea. No queríamos dormir mucho. Nos gustaba levantarnos a la mañana para hacer cosas en el campo. Cortar chala, juntar los huevos, darle el maíz a las gallinas, en fin, cosas de campo.
Cuando nos levantábamos, mi tía siempre tenia un jarro con leche sobre la cocina a leña, pero a nosotros nos gustaba agarrar un vaso de la alacena y correr hasta donde estaba mi tío, que a esa hora ordeñaba por segunda vez. Caminábamos entre los animales calientes y el bosterío de un tambo de chacra y cuando lo encontrábamos agachado en el medio de todas las vacas, le pegábamos el grito. Él primero nos decía buen día y nos daba un beso a cada uno. Después agarraba los vasos y nos ordeñaba la leche directamente ahí. Tibia. Y con espumita. A mucha gente le puede parecer asqueroso. A nosotros siempre nos resultó fascinante.
Y nos corríamos a un costado, ante esa mirada entre atónita y condescendiente de las vacas y nos tomábamos la leche ahí nomás, recién venida al mundo, casi como nosotros.
Eso nos alegraba la vida a los dos y a mi tío en medio del tambo y a mi tía a pesar del grito de “vengan que hace frío”.
Hoy puede que los médicos recomienden otras formas, pero a mi eso me alargó la vida, estoy seguro. Muchas cosas que vinieron después pueden haber acortado mis días. Pero eso no.
Se hace complicado aceptar algunas cosas de esta época empecinada en alargar el tiempo del cuerpo a cualquier costo.
Porque mi vida, dure lo que dure, tiene esas postales de la felicidad.
Y había cuidado y cariño y dedicación y descubrimiento.
Aunque hubiera mas de 100.000 bacterias por mililitro.