jueves, 5 de marzo de 2009

Testigo II


CAUSA: PLAZA SAN MARTIN
TESTIGO: VERONICA GOMEZ
EDAD: 26 AÑOS
PROFESION: ESTUDIANTE UNIVERSITARIA
ESTADO CIVIL: SOLTERA
HIJOS: NO
ESTUPEFACIENTES: NO
ALCOHOL: NO
TABACO: NO
ANTECEDENTES: NO


Era viernes y ya era tarde, no andaba mucha gente. Me acuerdo que pensé: “Debo ser la única estupida que va a ir a cursar historia IV un día como hoy” y sin necesidad, porque la había aprobado.
Cruce a la plaza viniendo de las estaciones. Cuando llegaba a la esquina empezó a pasar todo.
El viento se levantó de repente y fue primero una ráfaga fuerte que me desorientó un poco. Y después una ráfaga enorme, rapidísima, que no terminaba nunca. Pero no un viento fuerte como pasa a veces. Era un viento como de tornado. La gente se caía al piso, yo pude cruzar de la plaza de retiro a la otra de enfrente, donde esta el monumento de la guerra. Era la tarde entrada ya, pero había luz todavía cuando vino el viento. Enseguida el cielo se puso gris oscuro y no se veía bien, porque las luces de la calle no se prendían todavía. Ahí me dio un poco de miedo, cuando empecé a subir las escaleras de esa plaza, porque el viento daba la impresión que te iba a tirar en cualquier momento. Venia haciendo fuerza, se me cansaban las piernas pero no quise frenar porque no había donde cubrirse.
Cuando llegué arriba estaba agotada, me apoyé en el borde de piedra a respirar. Sentí la voz en la espalda.
“Que era esto antes”
Me di vuelta y vi una imagen que todavía me resulta muy fuerte. Un tipo me miraba fijo a los ojos. Tenía la ropa desecha y sangre en un pómulo. Estaba sucio.
Guardaba algo en la mano. No se que, pero veía un cordón que colgaba de su puño cerrado.
“Que era esto antes”, repitió.
“No se” le dije
“Si estas acá es porque sabes” me dijo
Yo no entendía nada, no sabia que contestar. Me seguía mirando, haciendo como un ademán para que yo le diga algo.
Me empecé a agitar y baje la mirada. Estaba paralizada. Empezó a caminar hasta mí.
“Contestame, lo sabes. ¿Que era esto antes?” me dijo
No me salían las palabras…pensaba… antes…antes de que…esto….antes. Se me acercaba, lo veía en medio del viento y a pesar de todo el ruido escuchaba sus pasos de borcego con mucha nitidez… Antes…no se…no se…esto era… y repasaba en la cabeza, la estatua de San martín y el círculo militar y el tipo que avanzaba el monumento de la guerra y el de los granaderos y antes… esa mirada que tenia cerca hubo un regimiento y una plaza de toros pero acá… no había nada, era un baldío que… por dios tengo que decir algo…

“Un campo” le dije
“¿Que campo?”
“El campo de Marte, el Campo de la Gloria”

Ya lo tenía encima mio.

“Va a ser acá” dijo

Y después vino la luz que no me dejó ver mas nada. Después de eso no volví a ver por mucho tiempo. Solamente destellos. Dice la enfermera que gritaba y me movía y que tuvieron que atarme a la camilla y que yo decía que se avecinaba algo y que nosotros no podíamos hacer nada. Que estaba la batalla encima de nosotros. Me dijo que era un milagro. Que no podía ser que haya sobrevivido estando tan cerca. Enseguida vino un Señor de traje y se acercó a la puerta. Pasó despacio y la miro serio, como si ella estuviera haciendo algo que no debía.
La enfermera se alejo de mí, me acomodo las mantas y salió.
Antes de irse me miró. La cara se le desfiguró en un segundo. Dijo:

“Ya viene… rezá”
Foto: Capitan de su calle


11 comentarios:

MariaCe dijo...

Me tiene intrigada con estos Testigos que le vengo leyendo, Capi. Intrigada y atrapada. Me estoy imaginando una historia más grande, algo que une a los dos posts, y no puedo conmigo de tanta felicidad anticipada :D

Así que acá ando... sin comentar mucho, pero siempre leyendo, agazapada adelante del monitor... usted siga, siga, no lo interrumplo más :D

Abrazo

carmela dijo...

Yo también me siento intrigada..

¿vos ves Lost?


porque no se si soy yo o sos vos, pero me hizo acordar...

beso

Capitan de su calle dijo...

Mariaaaaa! Que bueno que pasaste a saludar! Siempre una alegria, por supuesto, usted es de la tripulacion casi casi desde salidos del puerto. Se que siempre estas leyendo y claro, siempre paso por tu blog.
Una sorpresa genial encontrarme con el texto de la rubiaa!1 que bueno.
A proposito, este blog y el otro tambien la andan extrañando, no sabes donde anda? besos!


Carmela: jajaja si, miro lost. Pero es demasiado guion para mi humilde relato.
Igual, buenos aires es como una isla que cambia todo el tiempo.
No se si sos vos o soy yo pero a mi buenos aires me da esa sensacion. :)

Besos carmela!

Pedro dijo...

Este tipo de relatos hace que se me erizen desde los pelos de la nuca hasta los del pubis, si me permitís la imagen poco amable.
Te felicito!
Salud!
Pedro

Anónimo dijo...

Algún karma traerá esa mujer que la lleva a los campos de la guerra. Pare con esto capitan, porque por lo pronto ya al Palacio Barolo y a la Plaza San Martín no la miraré con los mismos.
Hace poco tuve fuí partícipe involuntaria de un accidente en la ruta y me recordó (en la espera de 12 horas)a el cuento "autopista del sur".
Este relato es algo que quizá me marque e la misma manera, digo, por la manera que ha entraado en mi.
Muy bueno lo suyo, cap.
beso.

Anónimo dijo...

ja.. donde digo "con los mismos" quiero decir "con los mismos ojos". Mire como me ha descolocado su cuento. beso.

María dijo...

Maravilloso!
me dejó helada
gracias gracias




( Pedro, no se dice "pelos del pubis" en blogs ajenos! aprendé urbanidad blogueril, caracho!)

Anónimo dijo...

Todo el tiempo se nos aparecen testigos que confirmen nuestras ilusiones, esas que nos mantienen atrapados en mundo poco real, necesitamos de alguna manera confirmar que los sucesos de nuestra mente no son producto de una fantasía prefabricada. Esos Testigos siempre tendrán respuestas a todos nuestros interrogatorios, y nos darán la confirmación y el aliento de que estamos yendo por el camino correcto, el de las ilusiones. ¿Camino correcto? El camino correcto no es aquel jardín florido, donde por lo gral pululan los carteles de prohibido pisar el césped, ERROR… En el camino correcto sortearemos muchas piedras, muchos testigos, muchos huracanes que te pondrán una y mil veces al borde del abismo, las imágenes se representaran ante nosotros una y mil veces, primero una sensación de pánico nos hará sentir al borde la locura, pero si dejamos los ojos abiertos sin temor a enfrentar las miradas que se nos crucen, si nos animamos a mirar definitivamente, si nos animamos a ser nosotros mismos testigos de nosotros mismos, probablemente los vientos dejen de volverse huracanados para convertirse en esa brisa que nos acaricia el alma, y encontremos en esa mirada oscura un torrente de amor, donde no sea tan importante el decir como el sentir. Finalmente podremos abandonar la credencial de locos.
Me imagino entrando en una habitación oscura, donde uno desconoce la ubicación de los muebles, cosas, objetos y/o personas dispersas en el lugar. En un principio lo mas seguro es que todo me lo lleve por delante, y crea que la mesa es un tanque de guerra que viene hacia mi con la única misión de exterminarme, donde toparme con una persona signifique lo mas parecido al encuentro con un monstruo, pero si se encendiera por un instante la luz y la realidad penetrase a través de mis ojos y tomara su verdadera dimensión y forma, al volver la oscuridad, talvez esa sensación de pánico no desaparezca, pero si sea mas tenue, probablemente vuelva a llevarme la mesa por delante, pero esta vez ya sin pensar que el mal me acecha. Y así a medida que transitemos entre la luz y la oscuridad y de a poco vayamos viendo, iremos convocando testigos diferentes, cada vez menos tormentosos, hasta que el miedo y la locura desaparezcan definitivamente, cuando tengamos la plena convicción de que el monumento de la plaza San Martín, no es mas que un monumento y podamos convivir con los testigos queriéndonos volver al mundo de las ilusiones sin conseguirlo y sobre todo sin que la voz se nos pegue a la espalda. Porque de algo estoy convencida “Los testigos nunca desaparecen”. Somos nosotros quienes debemos aprender a convivir con ellos, sin darles lugar a que nos manejen ni nos atormenten colocándonos al borde de la locura.
Pablo para mi también me es un placer leerte y me gusta compartirlo y dejarte señales de ellos en tu blog.
Saludos.
Silvia.

Zippo dijo...

Pablo, es un relatazo...
Muy ominoso, y tremendamente adictivo. Te juro que se me pasaron miles de imágenes dantescas por la cabeza mientras lo leía. Estaría bueno ilustrarlo, ¿no te parece?

Anónimo dijo...

La Plaza San Martin es uno de mis lugares preferidos de la ciudad de Buenos Aires.

:)

Tefilina dijo...

No puedo creerlo...

A mi me hace mal pasar por la Plaza San Martín... no me explico porqué, pero me siento rara...
Me sentía dentro de ese personaje... y las imágenes eran tan claras que pude verlo todo.

Todavía no salgo de mi asombro...