Así la muerte se vuelve firme y se acomoda sobre mi mesa de luz. Me mira y escucha llover. Me busca con sus ojos luminosos y espera con esa paciencia que crispa los nervios. Así la vida me pide a gritos reacciones que no se si tengo para darle. Así la gente cree que uno es algo distinto de lo que es. Así se suceden años y tormentas, inundaciones y sequías. Así uno se busca todos los días viendo si es posible encontrar un segundo de paz, robado a la muerte, para tratar de seguir adelante con el movimiento que significa vivir.
A veces cuando todo esta en calma es más sencillo enfrentarse con eso. A veces cuando uno está solo se pesa a si mismo y se encuentra liviano de actos y pesado de pensamientos. A veces uno debería callar la mente y dejarse ser. Uno debería… uno debería tantas cosas…
Mañana será un día como hoy y no va a quedar otra que seguir haciendo la resistencia. No se sabe bien por que. No se vislumbran victorias cercanas. Sin embargo la costumbre se encarga de levantarnos de la cama y sacarnos a la calle. Como si eso cambiara algo, mejorara algo. No hay en el universo una sola cosa que podamos modificar. No hay una mísera situación que merezca nuestro accionar. Somos ínfimos participes secundarios de un reparto superpoblado, al que no influimos en lo mas mínimo. Hagamos lo que hagamos no cambiaremos nada. No hay ni un elemento preponderante en este universo, que se mueva por nuestra acción. Eso es terrible para algunos egos. A mi me saca una mochila enorme.
Al final de cuentas, pase lo que pasé, lloverá si debe llover. Y nos mojará a todos por igual.
Foto: Capitan de su calle
No hay comentarios:
Publicar un comentario