Tito Martunetta era el afable empleado de la gomería Mentastini, que era del gordo mentastini, saliendo de la rotonda, por la 65, allá por 9 de julio, provincia de Buenos Aires.
Tito solía juntarse con amigos y parroquianos en la gomería del gordo cada viernes a comer un asadazo y tomar unos vinos. Aquel viernes hacia calor y al gordo Mentastini se le ocurrió poner el tablón afuera, con una portátil para iluminar la mesa y una rama colgada para que espante a las cotorritas. Compró repelente y a los que iban llegando les pasaba el aerosol para que no los jodan los bichos.
Tito cortó un salamin y un pedazo de queso y llevó el pan.
El manaza puso el carbón en la parrilla, prendió el fuego y se frotó las manos al ver la bolsa de carne. Habían encargado además unas mollejas en la carnicería hacia como 15 días y habían llegado fresquitas y listas para la parrilla. Le hizo seña al tano Perrone para que abra una damajuana y preparó la tabla grande, la sal y la cuchilla
Varios jugaban al truco, otros conversaban, alguno sintonizaba una radio y ponía algo de música, como de fondo.
La noche estaba calida, el vino estaba bueno y ya se sentía el aroma de la carne en la parrilla.
Todo pintaba como para un alegre y tranquilo asado de fin de semana.
Cuando de pronto…un extraño sonido vino desde el cielo. Como un trueno que crecía de a poco. El murmullo de la charla se calmo de repente y todos empezaron a oír el ruido que cada vez se hacia mas fuerte.
Los comensales se miraron entre si, la intensidad de sonido no paraba de subir. Ya los vasos temblaban en la mesa. Todos salieron del toldo hacia el descampado para ver que ocurría y allí fue que lo vieron pasar por encima de sus cabezas.
Un enorme plato volador venia en franca caída y pasaba por encima de ellos, maniobraba sobre la gomería y se ponía de punta sobre el terreno del fondo llevándose puesta la pila de cubiertas viejas dos plantas de limones, un valiant 2, que hacia de gallinero y un perro, pobre, que olio la carne en la parrilla y se acercó. Que se iba a imaginar pobre animal que lo iba a matar un ovni.
Todos corrieron hacia el objeto volador incrustado en el patio. Esperaron frente a el sin animarse a acercarse cuando de repente una compuerta se abrió.
Un humo blanco apareció desde adentro de la nave y una fuerte luz salió hacia el descampado. Desde el fondo de la nebulosa, comenzó a dibujarse una figura. Los parroquianos se estremecieron, no podían creer lo que veían sus ojos. La figura empezó a hacerse mas clara y de pronto se oyó un ruido extraño mientras se empezaba a ver la imagen desde la nave. Era un enano verde con un mameluco naranja apretando un matafuego. Salio hasta la rampa de la nave, miro a los parroquianos y les dijo:
“Como me pierde la rotonda esa loco!!, no se ni pa´ donde ir!! Yo buscaba el puente de la 5 el que va para capital, me re perdí!!” En ese momento el alienígena se percató de sus casuales espectadores.
Tito Martunetta fue el primer valiente que intento hacer contacto. Dio un paso al frente. El extraterrestre lo miró fijo a los ojos. En medio de aquella imagen y con todo el temor encima Martunetta dijo lo mas amable que se le ocurrió: “¿Queres mollejas petizo? Ya salen, están a punto.”
Acto seguido todos vieron como otros 5 enanos bajaron de la nave cargando dos botellas de vermú, una bolsa de aceitunas, un sifón de esos de plástico y unos tres cuarto kilos de limones.
A partir de ahí empezó la fiesta de verdad. Se comieron las mollejas, jugaron al truco, se tomaron hasta el agua de los floreros. En eso uno de los enanos se fue al plato volador, abrió un par de compuertas pequeñas laterales y dejo ver dos tremendos bafles como de 150 con unos twiter que eran una belleza. Puso un disco de cumbia y pelo unas pastillas intergalácticas que convido a los comensales. Como media hora después era una joda loca inolvidable. El manaza bailaba en calzoncillos, un enano colgado de la portátil gritaba Tarzán y saltaba sobre las cubiertas. El gordo Mentastini le curaba el empacho a un extraterrestre y el tito trataba de sacar a un enano del inodoro…eso nadie sabe como paso pero casi se ahoga el muy salame del alienígena beodo.
Después empezó la guerra de hielo, se entraron a sacudir con lo que había en los vasos, Carlitos se puso a discutir con un enano que era peronista y Alberto se durmió la curda entre los yuyos y apareció lleno de ronchas porque se lo comieron los mosquitos.
Luego vino el bajón. Para lo que los extraterrestres bajaron de su nave tortas de chocolate y un almendrado que estaba para chuparse los dedos. Después el gordo Mentastini se vistió y preparó un café bien amargo como para despertar a la sarta de borrachos perdidos que quedaba en el lugar.
Ya tipo 5, un enano dijo basta. Era hora de partir. Repartieron los visitantes unas fantásticas píldoras que te sacan la resaca al instante, ayudaron a lavar los platos y se dispusieron a partir. Todos se despidieron y prometieron volver a verse. Tan bien la habían pasado en su intercambio cultural intergaláctico, que los extraterrestres prometieron volver a la siguiente semana. Así lo hacen desde aquel día. Cada semana, sin que nadie se de cuenta en la noche nuevejuliense, un platillo volador aterriza en las afueras de la ciudad, después de la rotonda, por ruta 65. Se pasan la joda loca y se van ya casi de mañana. Los que van a esos asados saben que no pueden decir nada, por lo que guardan el secreto en pos de conservar su momento semanal de diversión pura. Vuelven a sus casas y le dicen a sus mujeres que el asado estuvo rico y que charlaron de fútbol. Sería demasiado difícil explicar la verdad. Por mas que no hagan nada malo. Como explicar que el manaza se puso a bailar en calzoncillos en el tablón, o figurar al tito sacando un enano del inodoro, o la cara de Alberto, picado por los mosquitos, o carlitos peleando con un enano peronista o el gordo Mentasttini curando el empacho. No se puede contar la forma en la que se divierten. No se puede decir; se puede vivir. Y esas son cosas que pasan solo cuando uno se junta a comer un asado con sus amigos.
Tito, Alberto, Carlitos, el manaza, el gordo Mentastinni, únicos, fraternos, inolvidables personajes de… TESTIMONIOS.
La conmovedora imagen...no deja dudas...