La mayoría de los problemas cotidianos, o si se quiere, con menos profundidad, que le pasan a las personas por día, tienen que ver con el dinero.
No me atrevo a decir a secas “La mayoría de los problemas que tiene la gente son por dinero” porque seria obviar la preponderancia de cuestiones de peso que están mas allá de la moneda. Todos de un modo u otro sabemos de que hablo.
Pero los cotidianos, los mas superficiales, siempre tienen que ver con la plata.
¿Por qué? Bueno, todos sabemos que el sistema en el que vivimos requiere de un ingreso por lo menos razonable para poder brindarse las comodidades mínimas de la vida moderna. Y en general no alcanza.
Antes, muchísimo antes que ahora mismo, la plata no existía.
La gente no se preocupaba por eso. Se preocupaban por tener comida. Para eso, iban al gran supermercado de la naturaleza y se la propiciaban. Con los cueros hacían abrigos, con la sangre pintaban, con los huesos se armaban, con las frutas plantaban.
Si, plantaban. Ahí empieza la cosa. Porque al hacerse sedentaria, la gente agrandó sus casas y ocupó territorios y empezó a desarrollar actividades que la vida nómada no permitía. Con el tiempo, alguno de estos individuos comenzaron a interesarse en cosas diferentes. Asi uno labró y fue experto, otro cosechó y supo después como hacerlo, otro hizo calzado y tuvo un oficio.
Ya todos hacían algo, pero no todos hacían todo. Y todos necesitaban cosas distintas que el otro tenia.
De modo que se recurre, como desde antes también, al viejo y vapuleado trueque. Y sobre ese mismo sistema, el intercambio necesitó un signo común que se pudiera cambiar por todo. Solo había que poner o sacar cantidad, pero siempre era el mismo signo.
Bueno, apareció el dinero.
¿Cuál es la diferencia fundamental?
Que cuando necesitabas algo ibas a eso. “Necesito comida, voy a la comida”. Ahora hay dinero. Y con dinero podes comprar comida.
Y además toooooooooodo esto.
He aquí, problema.
Nada puede ser más seductor para cualquier ser humano que tener los billetes del genio de la lámpara. Los que hacen realidad los deseos mas asombrosos.
Y los humanos somos bastante caprichosos. Y nos asombra cualquier estupidez.
Además de tener una costumbre horrenda, la de subestimar las redes pegajosas de la comodidad.
“Para arriba se va fácil…”- me decía mi padre - “…bajar es el problema”.
Hoy ando con quibombos de guita. No tengo un mango para ser mas preciso.
El año recién empieza y hay que apechugar lo que viene, hasta que claree.
La cuestión me llevó irremediablemente al ajuste. Fue entonces que comprendí la cantidad de cosas que necesitamos para vivir y la cantidad mucho mayor de cosas que se supone que necesitamos para vivir.
En el primer grupo podrían ubicarse los alimentos y servicios básicos. Luz, agua, gas, ropa y mínimo, un jabón.
En el segundo grupo podríamos incluir Internet, teléfono, celular, cable, comida fuera de la casa, bebida fuera de la casa, dulces, ropa nueva, cigarrillos, reuniones sociales, alcohol, entradas a distintos lugares, adornos, vehiculo, artefactos inútiles que se compran por inercia consumista y tantisimas otras cosas mas.
Saben que es lo terrible de esto? Que siento que las tenía porque las necesitaba
Y no es que yo sea exactamente un nene rico venido a menos. Soy más bien de la clase que rema en dulce de leche. Como supongo usted también. Pero de uno u otro modo he ido justificando el gasto inútil de la novedad de turno. Vamos…sabemos de que hablo. Todos podemos decir, “Me puse Internet en casa porque la necesito”
Pero a ninguno oí decir “Me puse Internet en casa porque se me cantaron las pelotas”
Así que bien aprendido tenemos de qué se habla en esta esquela. Nos encanta gastar. Nos encanta. Nos gusta comprarnos cosas, comer eso que sale en la tele, mirar ese programa. Y vamos…esta buenísimo, lo sabemos. Pero no alcanza la plata. Necesitamos más. Sufrimos por querer otro poco y no tenerlo. Vivimos en un nivel de consumo que no se registró jamás en la historia del mundo.
No vamos a hacer elogio de la pobreza y decir que tener plata es ser una mierda porque nos queda un poco empalagoso el discursito y no quiero hacer mi contribución burguesa y progre. Aquí, lamentablemente, no lee ningún pobre. Leemos gente de clase media. Nos encantaría tener mas plata y nunca ser pobres. Y los pobres quieren lo mismo. La única manera de elogiar la pobreza es no siendo pobre. El elogio de la pobreza es como el vegetarianismo: Un snobismo de la abundancia.
Y puede sonar un poco incomodo hablar de esto en estos términos. Pero estoy seguro que cualquiera de ustedes me diría muy suelto de cuerpo con quien se va a la cama, sin demasiados problemas, pero muy pocos me dirían cuanto cobran.
¿Por qué? Por que está mal hablar de esas cosas y se han ido prohibiendo por diversas circunstancias sociales.
Hablar de plata es tabú.
Pobre, clase media y rico son tres cosas que uno no remarcaría en una reunión de un grupo distinto al suyo.
En primer lugar, se necesita cierta calma para asumirse en una clase social, es mas, para tener vos o ser considerado. La clase media se asume, la rica también, ambos en sus ámbitos.
Los pobres no se dicen “Somos pobres che, gente como cualquiera, clase baja”.
Los pobres están buscando cazar para comer. Cazar de verdad. Solo se han cambiado las presas. No para todos evolucionó el mundo desde aquellas cacerías de trueque a estas incursiones.
Parece que el comercio ha progresado y las comunicaciones y no se que paja mas. Pero hay gente que si no sale a la ciudad a cazar, no come.
Que casan? Clase media, que a la vez se prende a la alta tratando de amamantarse con algún sustento, clase alta que chupa la fibra de las otras dos clases y las usa como mano de obra y para justificar infinidad de instituciones publicas y privadas. Si no hubiera delincuencia, para que tanta policía, no? para que tantas armas si no hay enemigos? Para que tanta plata sin repartir si no hay a quien pagarle?
De ese modo se propicia la delincuencia que justifica, se compran las armas que mataran enemigos que no existen, se piden créditos que por una cosa o la otra, no se pueden terminar de pagar jamás.
Por otra parte. Debemos ser sinceros. Tener plata no es delito. Trabajar es la única manera de hacer plata. Eso es seguro, un diputado corrupto se levanta antes que un obrero y se acuesta mucho después. El poder esta lleno de oligofrénicos que no pueden para un segundo. Pablo Escobar Gaviria trabajaba de sol a sol. Como el che Guevara, como Yaser Arafát, Primo Levi, Picasso, Humphrey Bogart, Musollini.
Cual es la diferencia entre esta gente y sus buenos pasares? El trabajo? No.
La moral.
De modo que la riqueza por si misma no es sinónimo de mierda. Ni la pobreza de bondad. Ni la clase media, de gente bien, trabajadora y bien intencionada.
Y por ultimo; riqueza no es poder. Se puede ser rico y no entender de que la va o no meterse en el rollo. Lo que si es raro es tener poder y no tener dinero. Eso no pasa.
Ya lo decía el novelista mejor que yo: “Poder no es tener 100 millones de dólares; Poder es hacer dos llamadas y conseguir 100 millones de dólares”
Puede sonar conspirativo y fantasioso y todos sabemos lo superficial que puede sonar hablar de dinero; pero creyendo cada uno de estos fantasmas se tienen las tres clases bien alineadas, cada una cumpliendo una función. No se cambia eso asi no más. El terror de la pobreza no te deja abandonar un sistema. El terror de los pobres suda la gota gorda por incorporarse al único sistema que conoce y que los excluye por conveniencia, el terror de la clase alta es perder la exclusividad que otorga el dinero y abandonar la comodidad de mirar desde arriba.
El terror del poder, es que veamos ese juego
Y querramos una tajada.
No me atrevo a decir a secas “La mayoría de los problemas que tiene la gente son por dinero” porque seria obviar la preponderancia de cuestiones de peso que están mas allá de la moneda. Todos de un modo u otro sabemos de que hablo.
Pero los cotidianos, los mas superficiales, siempre tienen que ver con la plata.
¿Por qué? Bueno, todos sabemos que el sistema en el que vivimos requiere de un ingreso por lo menos razonable para poder brindarse las comodidades mínimas de la vida moderna. Y en general no alcanza.
Antes, muchísimo antes que ahora mismo, la plata no existía.
La gente no se preocupaba por eso. Se preocupaban por tener comida. Para eso, iban al gran supermercado de la naturaleza y se la propiciaban. Con los cueros hacían abrigos, con la sangre pintaban, con los huesos se armaban, con las frutas plantaban.
Si, plantaban. Ahí empieza la cosa. Porque al hacerse sedentaria, la gente agrandó sus casas y ocupó territorios y empezó a desarrollar actividades que la vida nómada no permitía. Con el tiempo, alguno de estos individuos comenzaron a interesarse en cosas diferentes. Asi uno labró y fue experto, otro cosechó y supo después como hacerlo, otro hizo calzado y tuvo un oficio.
Ya todos hacían algo, pero no todos hacían todo. Y todos necesitaban cosas distintas que el otro tenia.
De modo que se recurre, como desde antes también, al viejo y vapuleado trueque. Y sobre ese mismo sistema, el intercambio necesitó un signo común que se pudiera cambiar por todo. Solo había que poner o sacar cantidad, pero siempre era el mismo signo.
Bueno, apareció el dinero.
¿Cuál es la diferencia fundamental?
Que cuando necesitabas algo ibas a eso. “Necesito comida, voy a la comida”. Ahora hay dinero. Y con dinero podes comprar comida.
Y además toooooooooodo esto.
He aquí, problema.
Nada puede ser más seductor para cualquier ser humano que tener los billetes del genio de la lámpara. Los que hacen realidad los deseos mas asombrosos.
Y los humanos somos bastante caprichosos. Y nos asombra cualquier estupidez.
Además de tener una costumbre horrenda, la de subestimar las redes pegajosas de la comodidad.
“Para arriba se va fácil…”- me decía mi padre - “…bajar es el problema”.
Hoy ando con quibombos de guita. No tengo un mango para ser mas preciso.
El año recién empieza y hay que apechugar lo que viene, hasta que claree.
La cuestión me llevó irremediablemente al ajuste. Fue entonces que comprendí la cantidad de cosas que necesitamos para vivir y la cantidad mucho mayor de cosas que se supone que necesitamos para vivir.
En el primer grupo podrían ubicarse los alimentos y servicios básicos. Luz, agua, gas, ropa y mínimo, un jabón.
En el segundo grupo podríamos incluir Internet, teléfono, celular, cable, comida fuera de la casa, bebida fuera de la casa, dulces, ropa nueva, cigarrillos, reuniones sociales, alcohol, entradas a distintos lugares, adornos, vehiculo, artefactos inútiles que se compran por inercia consumista y tantisimas otras cosas mas.
Saben que es lo terrible de esto? Que siento que las tenía porque las necesitaba
Y no es que yo sea exactamente un nene rico venido a menos. Soy más bien de la clase que rema en dulce de leche. Como supongo usted también. Pero de uno u otro modo he ido justificando el gasto inútil de la novedad de turno. Vamos…sabemos de que hablo. Todos podemos decir, “Me puse Internet en casa porque la necesito”
Pero a ninguno oí decir “Me puse Internet en casa porque se me cantaron las pelotas”
Así que bien aprendido tenemos de qué se habla en esta esquela. Nos encanta gastar. Nos encanta. Nos gusta comprarnos cosas, comer eso que sale en la tele, mirar ese programa. Y vamos…esta buenísimo, lo sabemos. Pero no alcanza la plata. Necesitamos más. Sufrimos por querer otro poco y no tenerlo. Vivimos en un nivel de consumo que no se registró jamás en la historia del mundo.
No vamos a hacer elogio de la pobreza y decir que tener plata es ser una mierda porque nos queda un poco empalagoso el discursito y no quiero hacer mi contribución burguesa y progre. Aquí, lamentablemente, no lee ningún pobre. Leemos gente de clase media. Nos encantaría tener mas plata y nunca ser pobres. Y los pobres quieren lo mismo. La única manera de elogiar la pobreza es no siendo pobre. El elogio de la pobreza es como el vegetarianismo: Un snobismo de la abundancia.
Y puede sonar un poco incomodo hablar de esto en estos términos. Pero estoy seguro que cualquiera de ustedes me diría muy suelto de cuerpo con quien se va a la cama, sin demasiados problemas, pero muy pocos me dirían cuanto cobran.
¿Por qué? Por que está mal hablar de esas cosas y se han ido prohibiendo por diversas circunstancias sociales.
Hablar de plata es tabú.
Pobre, clase media y rico son tres cosas que uno no remarcaría en una reunión de un grupo distinto al suyo.
En primer lugar, se necesita cierta calma para asumirse en una clase social, es mas, para tener vos o ser considerado. La clase media se asume, la rica también, ambos en sus ámbitos.
Los pobres no se dicen “Somos pobres che, gente como cualquiera, clase baja”.
Los pobres están buscando cazar para comer. Cazar de verdad. Solo se han cambiado las presas. No para todos evolucionó el mundo desde aquellas cacerías de trueque a estas incursiones.
Parece que el comercio ha progresado y las comunicaciones y no se que paja mas. Pero hay gente que si no sale a la ciudad a cazar, no come.
Que casan? Clase media, que a la vez se prende a la alta tratando de amamantarse con algún sustento, clase alta que chupa la fibra de las otras dos clases y las usa como mano de obra y para justificar infinidad de instituciones publicas y privadas. Si no hubiera delincuencia, para que tanta policía, no? para que tantas armas si no hay enemigos? Para que tanta plata sin repartir si no hay a quien pagarle?
De ese modo se propicia la delincuencia que justifica, se compran las armas que mataran enemigos que no existen, se piden créditos que por una cosa o la otra, no se pueden terminar de pagar jamás.
Por otra parte. Debemos ser sinceros. Tener plata no es delito. Trabajar es la única manera de hacer plata. Eso es seguro, un diputado corrupto se levanta antes que un obrero y se acuesta mucho después. El poder esta lleno de oligofrénicos que no pueden para un segundo. Pablo Escobar Gaviria trabajaba de sol a sol. Como el che Guevara, como Yaser Arafát, Primo Levi, Picasso, Humphrey Bogart, Musollini.
Cual es la diferencia entre esta gente y sus buenos pasares? El trabajo? No.
La moral.
De modo que la riqueza por si misma no es sinónimo de mierda. Ni la pobreza de bondad. Ni la clase media, de gente bien, trabajadora y bien intencionada.
Y por ultimo; riqueza no es poder. Se puede ser rico y no entender de que la va o no meterse en el rollo. Lo que si es raro es tener poder y no tener dinero. Eso no pasa.
Ya lo decía el novelista mejor que yo: “Poder no es tener 100 millones de dólares; Poder es hacer dos llamadas y conseguir 100 millones de dólares”
Puede sonar conspirativo y fantasioso y todos sabemos lo superficial que puede sonar hablar de dinero; pero creyendo cada uno de estos fantasmas se tienen las tres clases bien alineadas, cada una cumpliendo una función. No se cambia eso asi no más. El terror de la pobreza no te deja abandonar un sistema. El terror de los pobres suda la gota gorda por incorporarse al único sistema que conoce y que los excluye por conveniencia, el terror de la clase alta es perder la exclusividad que otorga el dinero y abandonar la comodidad de mirar desde arriba.
El terror del poder, es que veamos ese juego
Y querramos una tajada.