viernes, 24 de julio de 2009

Alienado




Vinos tintos y blancos que se amontonan, casi vacíos en la alacena. Un plato de comida y una película en blanco y negro. Un viejo peinado con gomina, dos hermanos se pelean en la vereda, diez días de mirar a la pared.
Swing de saxofones en el parlante.
“Algo hermoso cambia tu camino”, dice la canción. Deja olor a esperanza en la cocina. Afuera todo esta congelándose. Hay un asalto con rehenes en la esquina. Un pibe pide una pizza y manda a una rehén a buscarla. Yo los veo desde la terraza. Veo incluso todos los policías que el no ve. Veo al pastor evangelista en la foto del templo del que salen los escudos de la infantería. Me tomo un culito de botella de un tinto muy rico, con roble. Prendo un cigarrillo. Muy poético, pero que poco saludable. Como la ciudad. Muy poética, pero que poco saludable. Las desgracias y las fortunas corren por todos lados. Se vuelven viento y acompañan los destinos cruzados de miles de almas. Una empleada va a trabajar a una perfumería a la mañana. Quien hubiera imaginado, que a la noche iba a estar buscando una pizza del suelo, frente a un negociador de la federal. Uno hace sin saber adonde va.
Yo deliro en una computadora sin siquiera imaginar adonde me lleva. Afuera el cielo esta naranja en plena noche. La luz de la ciudad rebota contra la tormenta y todo esta húmedo. Me llama mi madre por teléfono., le relato lo que veo que no sale en la tele
Saco a relucir un chocolate que había en la heladera. Una grata sorpresa, siendo la hora que es y con la puerta de salida clausurada. Hay otra película en la tele, una de los hermanos Marx. Groucho gobierna un país, Harpo y Chico son espias en el pais de enfrente.
Se puso mas frío. Prendo las hornallas de la cocina. Miro para afuera y veo balizas azules de la policía. Pasa un patrullero en contramano en plena avenida desierta.
Todavía hay gente ahí afuera. Y adentro de la perfumería.
Miro la televisión y no veo la esquina de casa. Ya no hay móviles de los noticieros ni curiosos frente al cordón policial.
Me siento a escribir otra vez. No hay ninguna cosa que pueda hacer ahora por lo que pasa afuera.
Me cuelgo en la computadora mirando blogs y escribiendo cosas.
Se me hizo taradísimo. Miro otra vez por la ventana.
Ya no hay luces ni hombres de traje. Se hizo tarde hasta para el secuestro.
Ya pasó. Ya está.

Mañana no se va a acordar nadie de esto que digo.


Del secuestro, menos.


Foto: Capitan de su calle

jueves, 9 de julio de 2009

TESTIMONIOS III


Mientras don Carlos Agapito comía sandia con vino debajo de la parra, su mujer lo alertó de alguna buena nueva, al sentir un sonido extraño que venia del horizonte, como por atrás del gallinero. Agapito hizo lo mismo que había hecho con su mujer durante los últimos 40 años. No le dio ni cinco de pelota.
La doña siguió llamando y Agapito quiso silbar para no escucharla pero al segundo intento le escupió un pedazo de sandia en la frente. La mujer desorbitada de furia se lanzó contra él para destruirlo en mil pedazos. Ya corría desesperado Agapito, ya su mujer había tomado la cuchilla de la sandia para rebanarlo como un pan cuando el ruido de atrás del horizonte se hizo mas fuerte y estremeció la parra revoleando bichos canasto por todas partes.
Luego, un enorme choque se oyó retumbar en el gallinero.
Ambos corrieron hacia el fondo de la casa y encontraron un tremendo PLATILLO VOLADOR estrellado sobre las gallinas cluecas que ya se ve…no van a poner mas huevos. Con suerte se salvaron los menudos para un guiso.
El frente del platillo se abrió. Salió desde adentro un humo blanco que lentamente empezó a tornarse gris oscuro y luego negro. Al cabo de unos segundos apareció corriendo por esa puerta un tipo en llamas gritando como un chancho. El matrimonio se acerco rápidamente para ayudar. Agapito lo revolcó por el piso y empezó a pegarle para apagarlo. La doña hizo lo mismo, solo que olvido que tenía la cuchilla en la mano. Al cabo de un rato parecía un salamin casero el pobre tipo. Era un chorizo colorado tirado en el piso.
No gritó mas como un chancho. Y eso que el fuego seguía prendido.
Acto seguido aparecieron de las naves más visitantes. Eran los compañeros de la pobre victima. Se sacaron los cascos y si….eran chanchos. La evolución del chancho. Habían llegado de otras galaxias a buscar el consejo del oráculo del chancho mayor. Que parece que vacaciona por acá.
Los chanchos vieron a su compañero muerto como un… chancho y enfurecieron.
Lo tomaron a Agapito de la camisa y le dijeron, “Dejaos vuestras cuchilias. Venimos en busca del gran chancho del oráculo para que nos ayude con su magia a volver a nuestra galaxia. El se ha retirado a meditar a este primitivo planeta y vos papaguacha, nos vas a ayudar o te vamos a dejar el poporembó como una begonia.”
Agapito no supo que decir, pero ante las opciones claras….puso en marcha el rastrojero.
Cargo encima a los hombres chanchos y esperó las coordenadas. Un chancho sacó un localizador espacial de última generación y con presicion técnica le dijo:
“EL GRAN ORACULO SE ENCUENTRA EN UN PIRINGUNDIN YENDO PARA PRINGLES, DOBLANDO EN LA TACUARITA POR LA 3 COMO A LA ALTURA DE ATALAYA”.
Laaaa….eso es localizar.
Salieron raudamente para allí…todo lo raudamente que puede ir un rastrojero lleno de chanchos.
Pero llegaron…llegaron…y alli encontraron al gran maestro meditando con la vida del universo. Al gran chancho del oráculo tomándose una whiscola y haciendo trencito con dos chicas, un travesti, un cabo de la bonaerense y Coco Silli, que también es de otro planeta.
Allí, luego del fervoroso saludo entre congéneres, se juntaron todos en una partusa interestelar y luego de un rato largo de meditarse entre todos el maestro les dio a los chanchos viajeros la dirección de la puerta interestelar que los llevaría de nuevo a casa.
Era la cabina 4 del locutorio polirubro “Elsita”, en villa crespo.
Le pusieron gas oil al rastrojero y salieron a toda maquina. 6 días después ya estaban por chacarita buscando la dirección.
Llegaron al lugar.
Justo cuando Elsita charlaba con su vecina sobre el menú de la cena de navidad entran 5 chanchos al locutorio y le piden la cabina 4. …. Tomá.
La vecina cayó redonda de la impresión. Como Elsita no se desmayaba Agapito le puso tremendo roscaso que la dejó babeando, abrazada al exhibidor de cigarrillos.
Alli se despidieron los compañeros porcinos de Agapito. Le obsequiaron su plato volador, un vale dos por uno para el piringundin y una foto de coco silli chupando una naranja.
Agapito volvió en su rastrojero a casa dos semanas después con la más asombrosa historia de su vida. Desde ese día se prometió dos cosas. Escuchar a su mujer cuando le habla y armarse flor de gallinero con el plato volador.
Carlos Agapito…un intergaláctico personaje mas de….TESTIMONIOS.






Foto: Sisi...se dice que con eso tambien tuvieron que ver...